Siempre queriendo ser justa, pero debiendo decir lo que hay que decir, la Comece, la Comisión de Obispos de la Unión Europea, ha declarado que la libertad religiosa está amenazada en la Unión, por causa de la ola de leyes restrictivas que se han impuesto a raíz del Covid 19.
“Hay una falta de comprensión y, en algunos casos, una falta de interés en cuanto a qué es la religión y qué significa para millones de personas en la UE”, dijo la Comece en comunicado, surgido a partir de un encuentro virtual plenario de obispos, el 17 y 18 de marzo, en el que estuvo presente Margaritis Schinas, vicepresidenta griega de la comisión gobernante de la UE.
Hay que ser firmes en marcar el límite
“La libertad de religión puede estar limitada bajo ciertas condiciones, y esto está permitido por las normas internacionales de derechos humanos. Sin embargo, como Iglesia, tenemos que ser firmes sobre cómo, cuándo y hasta qué punto estamos listos para aceptar las limitaciones en la vida de la iglesia”, afirmó.
En secuencia de lo afirmado por el Papa, la Comisión advierte contra ver “la dimensión espiritual y moral de la persona humana” como “menos importante que la salud física” y ver la libertad religiosa como simplemente “un corolario de la libertad de reunión”.
De hecho, que un país como Irlanda lleve 8 meses sin eucaristías públicas, a pesar de que la gente sí pueda ir a shoppings – entre otros, es una muestra de la veracidad de lo arriba dicho.
En esa línea ya había hablado el Cardenal Jean-Claude Hollerich, presidente del Comece, cuando en enero manifestó que temía “una tendencia creciente y cada vez más amplia” hacia la negación de los derechos fundamentales protegidos por la Convención Europea de 1950 y la Carta de Derechos Fundamentales de la UE del 2000.
“Muy a menudo las iniciativas destinadas a frenar las tensiones radicales del Islam terminan teniendo un impacto severo e invasivo en todas las iglesias y comunidades religiosas que no representan ninguna amenaza para la democracia o los derechos fundamentales”, dice Comece.
“Necesitamos superar las tendencias que socavan la interdependencia de los derechos humanos y la jerarquización selectiva de los derechos, con la libertad de religión descuidada en lugar de promovida. Esta visión pone en peligro toda la arquitectura de los derechos humanos”, expresa.
Y en Irlanda…
Un sacerdote ha sido multado en Irlanda por celebrar misa, con pocos fieles presentes, informó el Irish Catholic. Se trata del P. P. J. Hughes, párroco de la parroquia de Mullahoran y Loughduff, en el condado de Cavan.
El gobierno suspendió el culto público desde el pasado 7 de octubre. En Irlanda del Norte las misas con fieles podrán ser retomadas desde el próximo 26 de marzo, no así en Irlanda.
El P. Hughes escribió en un boletín parroquial del domingo pasado: “El próximo domingo inicia la jornada de la Semana Santa. Cuesta creer que por segundo año la gente no pueda venir a participar en las ceremonias de Semana Santa”.
La parroquia del P. Hughes es bien grande
“A pesar del tamaño de la iglesia y del lugar santo que es debido a la presencia de Jesús en el Sagrado Tabernáculo, la iglesia ha sido considerada un punto crítico para la propagación del virus por parte de la policía”, continuó el presbítero.
“La mayoría de las personas están sanas y pueden ir de compras, llevar a sus hijos a la escuela y muchas trabajan en entornos cerrados. Estamos cometiendo un grave error al rechazar a nuestro Señor y Dios Jesucristo al permanecer alejados porque los funcionarios del gobierno dicen que debemos hacerlo”.
El sacerdote también afirma que el derecho a la protesta está constitucionalmente protegido, así como el derecho a practicar la fe y a rezar en conjunto.
Fuentes cercanas al sacerdote afirman que no pagará la multa y que está dispuesto a ir a la cárcel antes de cesar el culto público. La indicación del obispo es que no se celebre la eucaristía. La posibilidad de que el sacerdote vaya a la cárcel entonces es real, y sería la primera vez que en siglos un sacerdote sea prisionero por decir una misa.
El culto público ha estado suspendido cerca de ocho meses en los últimos doce meses en Irlanda. Esta ha sido la mayor restricción a la Iglesia en toda Europa.