“Los líderes religiosos trajeron muchos testigos falsos pero no encontraron ninguno que esté de acuerdo en sus declaraciones.” Los principales sacerdotes y todo el Concilio buscaban testimonio contra Jesús para entregarlo a la muerte, pero no lo hallaban, porque muchos daban falso testimonio contra él, pero sus testimonios no concordaban. Entonces, levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: —Nosotros lo hemos oído decir: “Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro no hecho a mano.” Pero ni aun así concordaban en el testimonio. Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: — ¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? Pero él callaba y nada respondía” (estudios bíblicos).
COMENTARIO
Jesús optó por el silencio frente a las acusaciones de los que querían destruirlo. Cuando estaba delante de los sumos sacerdotes que buscaban desacreditarlo con afirmaciones y pruebas falsas, el Señor permanecía en silencio.
Estaba agotado por todos los maltratos que había recibido por los soldados que a empellones lo llevaban de un lado para otro y por las burlas y el cargamontón de los que lo acusaban mintiendo o ignorando su procedencia y la bondad de su corazón.
La ignorancia es el peor de los males, de allí el refrán: “del pecado de ignorancia el demonio saca ganancia”
¿Cómo es posible que frente a la verdad se crea a la mentira? Poncio Pilatos sabía que tenía a la Verdad delante de él y fue cobarde, no supo defenderlo por temor a quedar mal frente a las demás autoridades, quiso ser “correctamente político” y no perder el poder que tenía en combinación con su “grupo de corruptos”.
Jesucristo ya había hablado lo suficiente. Decía la verdad directamente y sin temor. Su actitud fue calificada de agresiva y blasfema. Lo juzgaban por las frases que había dicho al llamar a los sacerdotes y doctores de la ley “sepulcros blanqueados” y al decirle a la gente que no sigan esos ejemplos.
Sin embargo, el día del juicio, cuando todos estaban a la expectativa, pensando que se podría defender con muchos argumentos, él calló.
El silencio de Jesús es elocuente. Él traía la Verdad y era lo que le interesaba. Sabía que tenía que padecer por defender la verdad y Él siguió adelante. Le costaba mucho, pero siguió por amor a los hombres.
Cristo padece y muere en la Cruz por amor a todos nosotros. Habría que recordar hoy más que nunca aquel versículo de la Sagrada Escritura que además se repite con frecuencia en boca de Jesús: “el que pueda entender que entienda” (P. Manuel Tamayo)