La campaña electoral presidencial peruana es una suerte de telenovela por capítulos, donde sabemos anticipadamente el desenlace, no es sorprendente ni cambia de un día a otro, sino que se asienta en veleidades, tonterías, espectáculo de mentiras y telarañas de pasión cuando entre sus protagonistas se cuela, se infiltra, se gana un boleto de la lotería para la segunda vuelta alguien de la izquierda o la extrema izquierda, que al final, es lo mismo.
Por ejemplo, ya vimos como se plantea un debate por el candidato de la ultra izquierda y al encontrarse respuesta, cambia de escenarios para molestar a su rival -eso cree el iluso manipulador-, sin embargo, la contrincante acepta y el extremista ya debe estar poniendo en marcha alguna idea que complique todo, es lo usual en ese tipo de dinamiteros.
Panfletero, asambleísta de largas sesiones aburridas que motivan a que se vote cuando casi nadie queda en una sala de reuniones (manipulación evidente), pechador de compañeros y compañeras que quieren dar su voz discrepante, puñalero de cantina de bandoleros, asaltante de ideas e impostor de lideres, todo eso se me viene a la mente cuando veo y escucho a un tal camarada Pedro, que de valiente carece de todo, que de cobarde abunda en todo.
¿Debate habrá? No lo creo, dudo mucho que el trabalenguero acuda. Es posible que acepte y luego invente decenas de excusas, ojalá ninguna sea cierta si se refiere temas delicados de salud, que nadie se los desea. Y si ocurriera un debate, prepárense para la trampa, la escena, el desmayo, el escupitajo, el griterío y las piedras.
Lo único valedero es que si plantea algo el extremista, se le responda de inmediato. Que si grita, se le silencie, y que si anda en silencio, se le haga escuchar una palabra fuerte.
Vamos a ver en qué andará estos días el tal camarada Pedro, y si de cobardón pasa a varón.