Las herencias malditas son una producción de izquierda, la totalitaria, de la que es su fuente obligada de referencia y continuidad política. Hoy, a cien años de la partida del genocida Vladimir Lenin, el otro padre del comunismo, o mejor dicho, de la perversidad del socialismo como ejercicio del poder, no han bastado decenas o cientos de millones de muertes dentro y fuera de sus fronteras de nacimiento, sino que ha diversificado su accionar mediante un sinnúmero de nuevos nombres y máscaras para las mismas ideas, pero en una hábil maniobra de engaño permanente, para realizar la revolución del totalitarismo en el mundo. Así, ha surgido el terrorismo sanguinario en las ciudades, la guerrilla demencial desde el campo a la ciudad y las brigadas fundamentalistas de matanzas y suicidios como entrega póstuma a la militancia y activismo ciego (fanatismo). Es el comunismo, el mayor signo de depredación contra humanidad, la creación de los enfermos Marx y Lenin, perfeccionado por Stalin, Mao y sus seguidores en todo el mundo.
Odiar y reprimir, odiar y arrasar al oponente, a costo de lo que sea necesario hacerse. Odiar y maniobrar sin detenerse, odiar y eliminar rivales, odiar y castigar pueblos, para que aprendan a ser leales, o mueran como opositores. El Polit Buró, el comité central, el grupo de los privilegiados para ordenar las muertes de millones, es lo que hizo de “las ideas” de Marx y Lenin, el cementerio de la Libertad en muchas naciones.
Hoy, a cien años de no tener más a ese criminal y asesino, es tal su mensaje como herida y palabra llena de veneno fulminante, que sigue, por desidia y “democracia liberal”, usando aulas de escuelas y centros de estudios universitarios para expandirse y llevar el odio como plataforma de reivindicación supuesta de algunos sectores sociales, pero en realidad, es un mensaje oprobioso que busca ser el trampolin al poder total, el poder totalitario.
El veneno marxista del comunismo enfermizo alcanzó las mayores atrocidades con las decisiones de Lenin, por dominar el poder. Por eso, a cien años de la muerte del miserable Lenin, millones de víctimas siguen esparciéndose a causa de grupos como el partido comunista Sendero luminoso, el partido comunista Perú libre y todas las organizaciones de las izquierdas del odio y sus máscaras de origen y secuencia caviar.
Lenin murió hace cien años, pero el odio sigue intacto. Eso es lo que hay que enfrentar, hasta la victoria final sobre el comunismo.