Estamos ya, en la recta de tantear opciones electorales para el año 2026, estamos en la antesala de lo que será el gran teatro del absurdo o la derrota final a todas las izquierdas incompetentes y extremistas que tanto daño le han hecho al Perú por décadas. Estamos en una disyuntiva: ante el advenimiento del imperio de la peor maldad e ignorancia, violencia y estupidez, o lograremos por fin unirnos los peruanos para vencer a los traidores.
Vamos a tiempos que requieren que no haya silencios, que no deben tolerar espacios en blanco porque la batalla no es solamente de ideas, sino de fuerzas en cada calle, plaza, escuela, sindicato, trabajo, universidad, grupo de vecinos, donde sea necesario levantar la bandera de la Libertad.
No se necesitan mini partidos ni cofradías, sino una dirección política nacional y un comité de candidatos que apruebe un Plan Unitario de Acción para gobernar desde julio del 2026 con una agenda puntual, día a día, con decisiones rápidas y soluciones efectivas y eficientes, con una estructura “que no recicle” y que rescate talentos y promueva rostros con talentos. Es decir, la unidad de la experiencia y la unidad hacia la destreza.
El país debe excluir definitivamente a los y las “comodines” y acosadores Arce, Sheput, Mora, Lezcano, Costa, Basombrío, Pérez Tello, Montenegro, Tuesta y cuanto oportunista y tránsfuga de partidos políticos han vivido del Estado para destruirlo y así, perjudicar a nuestra sociedad en su conjunto.
Y el Perú tiene y debe de aplanar a los casi 35 partidos de “centro caviar”, a los “mercantilistas del Estado vía sus oenegés” y sobre todo a los de la oscura y criminal “Izquierda extremista” que están pretendiendo conducir el debate y la ruta de las elecciones, con la concentración de medios, para generar más caos y desnaturalización de la democracia (como si la proliferación de decenas de hordas electorales fuera sinónimo de participación amplia y activa de la sociedad).
Esos analistas y opinólogos, parásitos de las izquierdas y la caviarada, que van de puesto en puesto, de gobierno a gobierno, inclinados al delito, no merecen ni cargo ni oído que los atienda, nunca más. En su reemplazo, hay millones de peruanos limpios, honestos, honrados, competentes y sensatos, que con tenacidad y acierto están dispuestos a reconstruir nuestra debilitada y agotada democracia.
Ya lo saben y lo sabemos: se siente, se ve, se percibe el miedo de las izquierdas hipócritas al gran fracaso y por eso, andan metidos en todos los medios limpiando sus caras de maldad, esperando crear polémica, pero no hay que seguirles el cuento, sino enterrarlos con la más absoluta indiferencia y hablando de los temas que nosotros queremos tratar y rescatar, para no perder el tiempo con esos parásitos y piratas de la democracia.
Hay que prepararse para escuchar sin oír, para subir de lo profundo, superar el horizonte y reconquistar la Libertad.