Rosimar Gutiérrez tiene apenas 22 años de edad y una bella hija de año y medio. Su esposo, Heriberto, falleció de Covid hace un año, no pudieron hospitalizarlo porque les pedían mucho dinero para ingresarlo en un hospital del Estado donde no había medicinas, ni oxígeno, ni esperanzas para nadie. Rosimar trabaja limpiando en un mercado, llevando a su bebé en las espaldas, quiere ser cosmetóloga y tener una cadena de locales con su nombre y el de su hijita “Rosimar & Rosiluz”; ella, vive con su hermana Teresa -vendedora ambulante de útiles de aseo-, en un pequeño cuarto de maderas y cartones en lo alto de un cerro en San Juan de Lurigancho y cada dos días se turnan con unas vecinas para subir baldes de agua por los 365 peldaños de una larga escalera que les permite llegar exhaustas hasta el cielo de Lima, muy de noche a dormir. Teresa está enamorando con Toño, autonombrado vigilante oficial de las escaleras, un pucalpino alegre y atento que recibe un sol a la semana de cada uno de los vecinos que transitan esa ruta de ida y de vuelta cada día. Toño sube y baja ayudando a las viejitas, cuidando a los niños, viendo que las mototaxis sean conocidas y no de rateros que se acercan por la zona. El quiere aprender artes marciales y servir como guardaespaldas “con terno y lentes oscuros, mi jefecito”.
Juan Julio Pérez a sus 25 años es “llamador” de pasajeros en Puente Nuevo desde las 4:30 de la madrugada. Su voz ronca es un alivio para que lo escuchen todos cuando anuncia la combi y la ruta de destino. Por cada cliente que consigue subir en el pequeño vehículo, se gana 10 céntimos. A eso de las 8.30 toma un descanso colocando sus centavos en una bolsita de tela, cosida dentro de su pantalón, que le ha confeccionado Martha, su compañera, para que no le roben mientras duerme apoyado en un banquito, junto a un grifo de combustibles, intoxicándose sin saberlo, como se intoxica desde las 4:30 cada día con los gases de los vehículos. El chino Juanju, como le dicen los choferes de la zona, quiere estudiar medicina, es su sueño, pero tiene cáncer y sigue allí, centavo a centavo, muriendo cada día.
Doña Ibisenia, costurera, es de Espinar, en Cusco. Vive con su hija Marcelita, hermosa niña de 31 años con habilidades diferentes que también demuestra su talento con los hilos y agujas ayudándola. La señora Ibi trabaja en Surquillo en una galería cosiendo ropa de clientes que la admiran y se pasan la voz por su honestidad y buen servicio. Marcelita la acompaña todos los días desde San Gabriel en Villa María del Triunfo en su diario desplazamiento y se sienta a su lado siempre sonriente y acariciándola, en la combi, en el tren eléctrico o Metro de Lima, cuando trabaja todo el día para conquistar los 40 soles que le permiten sobrevivir. “Mi hijita -me dice Ibi-, es todo y solo me tiene a mí. Tengo miedo si algo me sucediera”.
Esta semana, Rosimar fue asaltada mientras esperaba que abran el centro de salud para vacunar a su bebé. Le robaron los S/ 15 soles que le servirían para comprar algo en el mercado y para la mototaxi. Tuvo que caminar 4 kilómetros y subir las 365 escaleras para regresar son lágrimas secas y sin sus alimentos a seguir padeciendo de hambre y angustias, ella y Rosiluz.
Esta semana, el chino Juanju fue agredido por los “cuperos”, matones que controlan los paraderos de Puente Nuevo, Gran Chimú, Riva Aguero y la Atarjea. A ellos – a los cuperos- todos los vendedores ambulantes, jaladores y “avisadores de rutas” les deben pagar un sol al día para su protección (es decir, te protegen de ellos mismos). Juanju recibió doce hincones de una delgada chaveta (cuchillo enfundado en un trapo) en el brazo y la pierna izquierda, por no tener ese día, 1 sol para la cuota.
Esta semana, Doña Ibi moría de pena al escuchar a unos jóvenes reirse mientras se trasladaba de regreso a casa, por las estúpidas bromas de un par de odiadores que mencionaban a los niños con síndrome de down en su “show”, donde decenas de personas pagaron el equivalente a cuatro días de su trabajo honesto -el de Doña Ibi, no el de los imbécile esos-, por escuchar agravios y frases hirientes contra niños buenos y ejemplares.
Esta semana Rosimar, Teresa, Toño, Juanju, Martha, Ibisenia y Marcelita, a pesar de los malos momentos, a pesar de las escaleras, las distancias, las metas que aún no pueden cumplir, sintieron que los golpeaban más duro, sintieron muy fuerte que nadie los escucha, que nadie les responde, que nadie se preocupa por saber de ellos, que nadie lanza una voz de solidaridad y defensa de los más pobres, de los que quieren convertir sus sueños en un camino posible de lograr. Y se preguntan: ¿Es que acaso no iba a gobernar otro señor más, diciendo que las oportunidades iban a llegar para todos? ¿Es que ver más pobres en más cerros sin agua, sin luz y sin comida, es lo que la izquierda nos quiere imponer?
Para Rosimar, Teresa, Toño, Juanju, Martha, Ibisenia, Marcelita y millones de peruanos que no pueden salir a una Marcha, que no tienen tiempo para ir a una protesta contra el gobierno abusivo e insensible, el país se está hundiendo y sus vidas se están agotando porque trabajan más y reciben menos, porque luchan más y sienten menos esperanzas.
Hoy en día, de cada diez peruanos que antes tenían desayuno, almuerzo y cena, solamente seis pueden decir que siguen alimentándose igual. De cada diez hogares, solamente cinco tienen para la cena. De cada diez niños, seis no toman desayuno. De cada diez obreros, solamente cuatro almuerzan. De cada diez mujeres, seis no desayunan ni cenan. De cada diez familias de las clases medias, cuatro están con deudas impagables. Y frente a este drama, frente al hambre y la miseria que son culpa del gobierno, los que podemos hacer algo miramos de costado de lunes a viernes o pensamos que la solución está únicamente en la salida del que ahora es presidente, cuando la solución en verdad es integral: que se vayan todos y que venga la gente en reemplazo de cada delincuente.
Que se vayan el presidente, su vice presidenta y todos sus ministros, vice ministros e improvisados funcionarios, asesores y adulones. Que se vayan todos los congresistas y también sus asesores, sirvientes y ayayeros. Que se se renueve todo el Jurado Nacional de Elecciones, la RENIEC y la ONPE. Que se saquen a todos los altos mandos de las fuerzas armadas y la policía nacional para limpiar la cadena de apoyo a la izquierda golpista y subversiva que ahora, luego del inmenso e histórico daño que les hicieron, están apoyando.
Hay que limpiar el Estado, hay que barrer el gobierno, hay que fumigar el congreso. Hay que reinstitucionalizar el país, porque Rosimar, Teresa, Toño, Juanju, Martha, Ibisenia y Marcelita, porque tú y yo estamos cansados de ser espectadores en un país que reclama acción y decisión.
Recuerda: Mientras revisas tu whatsapp o cuelgas una foto en tu “feis”, cientos de miles, millones de peruanos esperan que hagas algo por ellos, conduciendo, liderando, venciendo al comunismo.