Lo que sucede a diario con el gobierno no es broma, no es un invento, no se trata de una novela sino de la realidad por asombrosa o fuera de lugar que parezca. Asistimos a una serie de guiones preparados para “estupidizar a la sociedad”, donde cada acto por inusual o ingenuo que creamos que es, resulta parte de un entramado perfectamente elaborado para minimizar delitos, abusos y corrupción, es decir, para instaurar la impunidad como algo normal y tener como consecuencia, una mirada de costado en la ciudadanía.
Los argumentos o excusas son de lo más paradójico. Si se cambia un nombre, “es error ortográfico”, si se altera en un registro del DNI, se trata de “un ingreso apresurado de datos”, si se suplantan identidades, es “un reemplazo de última hora”. De allí que en las visitas de prontuariados a Palacio de Gobierno, aparezcan y desaparezcan nombres. De allí que en los viajes de paseo al interior del país, toda la familia de un ministro, del presidente o su esposa, de muchos “altos funcionarios” (y en todos hasta el quincuagésimo grado de consanguinidad: hijos, sobrinos, primos, ahijados, nietos, amantes y hasta vecinos), se incluyan -tal vez- en la relación de pasajeros, pero “a mano”.
Existe, no es una broma, un Protocolo de Seguridad para desplazamientos de y con el Presidente. En ese protocolo se debe consignar anticipadamente todos los datos de sus acompañantes o miembros de una comitiva para verificarlos de inmediato. Si se trata del avión que usa el presidente, con mayor razón, así sea un tour de ultima hora. Se entrega la lista con datos completos vigentes: nombres, apellidos, DNI, dirección actual, celulares, ocupación o ubicación laboral, si tiene o no antecedentes penales y judiciales así como una referencia u observación de los sistemas de inteligencia (sin observaciones, con observaciones). Esa Lista o Data de Viaje es refrendada por tres direcciones: Palacio de Gobierno – Casa Militar, DINI Dirección Nacional de Inteligencia y dependiendo del medio a usarse (avión o helicóptero) la FAP Fuerza Aérea del Perú; barco, yate, lancha, deslizador, la Marina de Guerra del Perú; automóvil oficial, la PNP Policía Nacional del Perú; otros vehículos, la PNP y el Servicio de Inteligencia del Ejército. Así funciona o mejor dicho, así debería de estar funcionando.
Pero en el Perú de las izquierdas, nos quieren hacer creer que el protocolo no existe, sino que se usa la hoja de un cuaderno, que todo se hace a mano (se borra y se tacha), se pone y saca nombres y tripulantes, se añaden prontuariados, prófugos y hasta sentenciados acompañando al presidente “porque le da la gana de hacerlo y tiene todo el derecho para hacerlo” (esa es la excusa traducida). Pero no es correcto, no es legal tampoco, así sea el presidente, está obligado a cumplir con las normas vigentes.
Nos preguntamos por eso, frente a tanta sinvergüencería y forma de engaño: ¿Funciona así un país? ¿Es esto un Estado de Derecho? ¿Nos hacen el tonto para que se oficialice la tontería? ¿Despertaremos del silencio o seguiremos aceptando esta novela barata?