Las sensaciones de creer que uno sabe de todo o de casi de todo, son tan ciertas como el error garrafal que nos acostumbra a callar a diario, bajo ese tremendo absurdo en el que nos hacen caer los políticos, esas gentes que se creen predestinadas siendo en realidad, autómatas del fracaso, en todo o casi todo, hagan lo que hagan o deshagan lo que deshagan.
Le he puesto hoy a mi columna este título que dice “algún pie despreocupado te va a pisar muy fuerte mañana” porque quiero reflexionar a mi misma sobre las estupideces, los estúpidos y los ciudadanos que no se atreven a desmoronar el cielo pervertido de inhumanidades que gobierna desde las muchas municipalidades llenas de ociosos, ladrones, corruptos, tramitadores de la extorsión, burócratas antiguos y nuevos, junto “a esos elegidos” alcaldes mutantes y regidores de “permisos y licencias”, tanto como en un nivel regional (cartas de la baraja de la corrupción) y en el máximo estrado de control nacional que sujeciona voluntades y libertades (siendo la libertad, una ausencia de sujeción), es decir, el poder ejecutivo con su espejo, el congreso de la república.
Y se los cuento -me gusta cuando aquí en la redacción se usa esa frase tanto como “sin embargo” y el “quizás, pueda ser” que nos anima a no desanimarnos- porque no existe mejor forma de pensar que no hacerlo como los demás, como la multitud que acepta el no pensar y se decide automáticamente “a seguir” al más torpe, al torpe enajenado, al imbécil, al político de costumbre que lleva entre odios y resentimientos, la costumbre del mal hacia los demás.
Mi país, nuestra Patria, es un reflejo de estupideces, ahora, siendo una maravillosa tierra de riquezas humanas y oportunidades colectivas que no se encienden, que no apagan la miseria de los callados ni el apetito goloso de los desgraciados. Nos encontramos desubicados, haciéndonos daños y maldades porque es la forma de vivir que nos han legado generalmente las malas escuelas -que no son todas por supuesto-, las pésimas universidades -que son bastantes para nuestra desgracia profesional- y los agresivos centros laborales cercados por normas abusivas y desde ellos, por tratamientos violentos, inundados de nuevos pensamientos forzados desde el Estado y los sucesivos gobiernos del mal, del odio, de las izquierdas contra natura (la de ellas) y de eso que se dice derecha, pero es mercantilismo, anti mercado, opresión a la Libertad y pisoteo a la propiedad privada, sobre todo como anhelo de pertenencia.
Entonces el drama es superior a la realidad, la magnitud del daño crece y no se detiene, morimos y vivimos -es un decir, pero estamos en tratos de supervivencia- sin tener nada cierto al frente, solo puñales detrás, queriendo desangrar la vida de los ciudadanos y de sus familias. Y nos damos cuenta y seguimos en silencio mirando hacia adentro, cuando la pelea es hacia afuera de cada hogar, contra un grupo de piratas y mercaderes de la vida y la democracia, corruptísimos gobernantes, degenerados funcionarios, perversos medios y pervertidos soldados de la desinformación (dícense mermeleros) que se unen en el círculo del dinero sucio.
Es tan irónico todo, que seguiremos siendo pisados y de repente, lo exigiremos a diario. ¿Se dan cuenta?