Cuando hablamos con Javier Milei o le escuchamos con atención (tomando nota, preguntando una y dos y más veces), llegas a momentos en los cuales puedes decir la siguiente frase: “este tipo no es diferente, se trata de alguien que es honesto intelectualmente y te dice lo que en verdad debe motivarte a seguirlo en cada decisión que va anunciando como confluencia de lo correcto y lo necesario”.
Y añado que habría que agregar lo que Alberto Venegas Lynch escribió hace poco:
“Millones de personas hablan de Javier, su mensaje ha llegado más lejos de lo que podíamos soñar, y estamos contemplando como un hombre de valores sólidos es capaz de cambiar su mundo. Pronto sabremos si esta proeza culmina en la presidencia, lo cual sería un motivo de extraordinaria alegría y celebración por nuestros hermanos argentinos. En cualquier caso, se ha hecho historia, el símbolo se ha forjado, y aquí queda el ejemplo de cómo, queriendo, se puede cambiar el rumbo de nuestras naciones”
En Argentina, Javier Milei es un fenómeno muy interesante, porque no ha seguido “lo que era previsible en un proyecto electoral, metido de político”. ¿Qué hizo? Puso los temas de la agenda pública para la gente (el interés racional, en el interés nacional), corrió el eje del debate para que no se siga en la misma barbaridad de siempre donde se “farandularizan” las discusiones y aspiraciones, levantó la esperanza de la Libertad como un símbolo de competencia humana (de pertenencia ciudadana) y le puso honestidad intelectual a la política, que es lo que le resta a todos sus competidores la oportunidad de esforzarse en explicar de una manera muy simple, situaciones complejas, porque no saben explicar lo que carece de sentido (lo que ellos, los contrarios, dicen proponer, que es algo irreal).
Milei -para entenderlo mejor-, no viene a destruir, viene a podar, a emplear la motosierra como un arma de limpieza para iniciar las reformas de primera, segunda y tercera generación que necesita la Argentina. Entonces, frente a ese plan secuencial, “la política desde la casta” mezcla las propuestas de Milei y de La Libertad Avanza (LLA) para hacerlas ver como contrarias a lo que algunos sectores podrían “desafiar en los votos a Milei”. Pero, recuerden el concepto de deshonestidad intelectual que caracteriza a las viejas y modernas izquierdas del odio, la corrupción y la impunidad: no impactan, no venden, han perdido hasta la identidad (ya no se dicen comunistas, socialistas, proletarios, partidos políticos revolucionarios, porque son mafias con inscripción electoral como organización criminal, para dominar el Estado y usufructuar del gobierno).
Los temas de la gente corrieron el debate hacia la gente, que ahora se siente en el centro del debate y no como antes, fuera del mismo, aburridos e indiferentes. Ahora la gente grita, lee, comparte ideas, presenta propuestas y se presenta con acciones clave. La gente ha despertado por fin, porque se le ha ubicado en su lugar.
Por eso, antes de hoy día y antes de ayer, Javier Milei ya resultó ganador en Argentina (y más allá).