Hago un recuento de la despedida del secretario de estado Antony Blinken del día de hoy por ser de la máxima importancia para todo el hemisferio. Dado que la realiza, desde la máxima posición, un funcionario de vocación luego de 32 años de carrera profesional en el servicio diplomático de su país.
La voy a iniciar con sus palabras finales: “regreso a la más alta vocación en una democracia, que es la de ser un ciudadano. Ya no tengo el privilegio de dirigir esta institución. Pero quiero que sepan que seré un defensor. Que seré su defensor. Para siempre. De Ustedes. Los custodios del poder y las promesas de la diplomacia estadounidense. Sigan adelante”.
Para dar algunas referencias. La comunidad diplomática de los Estados Unidos, la cual involucra una multiplicidad de personas con habilidades y recursos esenciales, como lo señaló el secretario Blinken, no pasa el bastón de mando, sino que permanece porque ejecuta la política que es potestad presidencial. El presupuesto total del servicio diplomático de los Estados Unidos durante el 2025 es de 18 mil 470 millones de dólares, es decir 5.9% por ciento mayor al del 2024[1].
Solo en el hemisferio occidental (nuestro continente) involucra a 2700 empleados, 29 embajadas, 23 consulados generales y 14 oficinas en el país, con un presupuesto de US$560 millones de dólares y US$ 2,100 millones en asistencia exterior, enfrentando grandes y múltiples retos.
Pero ¿cuáles son esos retos? En palabras del secretario Blinken, señaló primero, por sobre cualquier otro reto, los retos humanos de liderar, porque agradeció a su equipo que le permitió concluir el periodo que inició hace 4 cuatro, demostrando la humildad suficiente al menospreciar en política el hecho de disponer de los equipos que aseguren la base del éxito: la sobrevivencia.
Luego continuó mencionando a los que llamó “nuevos actores” en las relaciones internacionales. Señaló a las corporaciones, organizaciones sin fines de lucro y grupo de individuos, que están mas empoderados por la tecnología y la información, expresando que si se les acerca se podrán resolver los problemas más rápida y efectivamente, señalando que por eso la “era” es la de la complejidad, de la multiplicidad y de la interconexión, como nunca antes, porque esos mismos grupos tienen una gran capacidad de ser disruptivos, de descarrilar, lo que se quiera emprender.
Hizo un recuento de los otros retos, cuando dijo que: “un país como los Estados Unidos tiene que liderar, porque si no lo hace, otro país que no comparte los mismos intereses y valores, lo hará”, dos líneas que considero son una muestra de su genialidad en la diplomacia, valorando, además: “los éxitos que ha sabido lograr una diplomacia que demuestra trabajar en conjunto con aliados y socios, es de una diplomacia que fue capaz de construir con pasión, compromiso, experiencia y patriotismo”.
Por lo dicho, considero que dejó la vaya muy alta la valla. Por lo hecho obviamente carga con las consecuencias de diversas decisiones. Un funcionario de carrera, de amplia capacidad, que rodeado de equipo, también de mucha capacidad, logró terminar su periodo cumpliendo el trabajo para el cual fue encomendado: liderar e inspirar a la comunidad diplomática de su país, en el logro de los objetivos fijados por su presidente. Sobre calificaciones a su gestión desde estas líneas no vamos a hacer la miseria ni de protestas bilingües o de recuentos de 4 años habiendo entregado 32.
Sin más me despido. Con sus propias palabras. Siga adelante, señor secretario Blinken.
[1] https://crsreports.congress.gov/product/pdf/R/R48231#:~:text=The%20FY2025%20request%20includes%20a,with%20total%20FY2024%2Denacted%20levels.