Reporta Religión en Libertad la voz de algunos pensadores ateos, que afirman palabras más palabras menos que el declive del cristianismo en ciertos lugares está afectando seriamente esas sociedades.
Por ejemplo, Douglas Murray, que se llama a sí un “cristiano ateo”, en debate con otros ateos, ha dicho que sin el cristianismo es muy difícil que en una sociedad vigoren los principios de la Ilustración. Por lo demás, dice que a medida que pasa el tiempo cada vez más se convence del que el proyecto ateo carece de esperanza.
Recientemente Murray, presentando su último libro The Madness of Crowds (La locura de las masas), reiteró su convicción de que en ausencia de la capacidad de los laicistas de forjar una visión ética sobre cuestiones fundamentales como la santidad de la vida, tal vez se esté en la obligación de reconocer que volver a la fe es la mejor opción posible que se tiene.
Dijo que es una posibilidad muy real que nuestro concepto moderno de derechos humanos, basado como está en los fundamentos judeocristianos, solamente pueda sobrevivir al cristianismo unos pocos años. Separados de la fuente, nuestra concepción de los derechos humanos podría marchitarse y desaparecer a gran velocidad, dejándonos caminando a tientas en una oscuridad densa e impenetrable.
En la misma línea, manifestó igualmente que sin el respaldo del cristianismo en nuestra sociedad, seremos nosotros los que tengamos que decidir qué está bien y qué está mal y, tal como demuestran claramente nuestras guerras culturales, nuestra civilización se despedazará antes de que recupere el consenso.
Esta certeza de Murray va en contravía de las creencias de muchos ateos optimistas, que consideraban que una vez que Dios hubiera sido destronado, ahí sí se podría vivir como ‘adultos’, y seguir con el proyecto utópico de crear una sociedad basada en la fe sobre sólo el hombre.
Pero la constatación, basada en la realidad, de que esta tesis es falsa, es lo que está llevando a algunos ateos de gran relevancia a admitir, a regañadientes, que tal vez el cristianismo es más necesario de lo que ellos pensaban.
Hasta el a veces agresivo contra la religión Richard Dawkins, afirmaba en el 2018 que la “religión cristiana benigna” tal vez estaba siendo reemplazada por algo decididamente menos benigno, y que quizás deberíamos dar marcha atrás para discutir qué sucedería si los apóstoles del laicismo consiguieran destruir o eliminar el cristianismo.
Ateos y agnósticos como Bill Maher y Ayaan Hirsi Ali han secundado los planteamientos de Dawkins. Es un giro radical en muy pocos años, y el hecho de que sean personas ateas las que estén dando la voz de alarma debería alertar a los cristianos sobre las consecuencias de la actual secularización.
Son pues no pocos, los pensadores ateos, que ya no tienen una confianza absoluta en el hombre ‘liberado’ de las ‘supersticiones’ cristianas, y que temen le hecatombe que puede venir con el ocaso del cristianismo en varias sociedades.