Lo he dicho y lo sostengo, la lógica parece en extinción. En el mundo de hoy, es casi cómo si los grupos de poder se dividieran entre corsarios y gente presa de un pseudo Síndrome de Estocolmo.
Corsarios, porque pululan los oportunistas en política. Gente que no tiene ideas claras, aduce no ser “ni de izquierda ni de derecha” y a quienes lo único que les importa es el dinero y el poder. Parásitos que en su incapacidad de producir en el mundo real ven en el gobierno la forma de enriquecerse fácilmente.
Por lo que hemos visto en el 2020, en medio de la crisis económica producto de la enorme manipulación a la que estamos aún sujetos, el robo no ha menguado. Hay cuentas cuestionables en el exterior de empresas ligadas al presidente y al joven Martínez. Hay dinero del erario público que se ha esfumado, en el aire. No se ha ejecutado el Presupuesto 2020 completo, pero se incurrió en una deuda desenfrenada por el virus, que como se ve hoy día por las cifras clarísimas a nivel mundial, no justificaba ese endeudamiento. Para colmo, ni le pagaron a tiempo al personal médico que por meses luchó porque se les diera equipo (a pesar de cuantiosas donaciones en especie y en dinero), y porque se les pagara su salario.
Ahora, con un Presupuesto 2021 grotesco nos endeudan aún más para pagar la deuda anterior. Es tan absurdo como suena. Muchos se quejaron, para variar, a posteriori. Los chapines siguen siendo reaccionarios, no preventivos. Cuando les pedimos (varios) desde el fin de semana pasado (ANTES de la votación) que se pronunciaran, pero no en la privacidad de sus chats, sino en las redes del Gobierno, del Ejecutivo, del Legislativo, de los diputíteres y de los Diputados, pocos lo hicieron. No sé porqué me viene en mente la máxima de que “los pueblos tienen los gobiernos que merecen”. Convocan a manifestar mañana, ofendidos, ah pero cuando ya fue votado el presupuesto, no antes.
Por otro lado, están los poderosos que protegen, alimentan y alientan a sus verdugos como si estuvieran idiotizados. Entender porque “los más ricos” en USA, Europa y América Latina parecen abrazar el globalismo y el socialismo y parecen odiar sistemas más libres que los han hecho ricos, bien puede producir una migraña. Es una contradicción que a muchos deja rascándose la cabeza. Odian al sistema libre que los ha hecho ricos, abrazan al que los limita, ¿y así creen que van a proteger sus privilegios?
Tanto en USA como en otros países incluyendo Guatemala, las grandes empresas se han beneficiado de nacer y desarrollarse en un mercantilismo inclinado al capitalismo. Ese sistema, parcialmente libre con beneficios que incluyen monopolios, subsidios, barreras no arancelarias a la competencia han permitido a muchísima gente enriquecerse legalmente. Sistema que les permitió una globalización que a su vez les facilitó convertirse en conglomerados multinacionales, gracias principalmente a la mano de obra barata en China.
Trump vino a perturbarles su modus operandi y no se lo perdonan. Entre sus castigos para quienes invierten en China, sus incentivos para trasladar esas inversiones y sanciones a granel para disminuir el poderío que China adquirió bajo la administración Obama, son muchas las empresas que prefieren a Biden. Silicon Valley, por ejemplo, toda la industria de tecnología, no ve la hora que los Demócratas lleguen nuevamente al poder. Piensen lo que vale un chip en China, y lo que pagamos por los celulares aquí, por ejemplo.
Si a eso le sumamos la abierta amenaza a Facebook, Twitter, Amazon y Google que hiciera esta semana del Comité de lo Judicial del Senado, aún bajo dominio Republicano, que los van a fiscalizar y a imponer límites, es obvio que esos conglomerados multinacionales amen a los Demócratas y odien a los Republicanos. No en balde invertirán millones en las campañas al Senado pendientes de dilucidar en Georgia, y de las cuales depende quién domine el Senado de los USA, muro de contención contra el socialismo y el globalismo.
Es así que creyendo que les dejarán continuar con sus privilegios, algunas empresas (no todas) apoyan a los socialistas y globalistas en USA, en Guatemala, en Europa y en muchos otros países del Hemisferio Occidental, sin pensar bien lo que hacen. Creen que abrazando el progresismo y el globalismo, sobrevivirán la embestida.
En USA, los Demócratas odian al 2% de la población, o sea, a los multimillonarios (artistas, magnates, celebridades de todo tipo). Sin embargo, se sirven de ellos, tontos útiles, para financiar sus campañas y promover sus ideas, maquilladas. Quieren imponerles más impuestos, limitarles su campo de acción, y los han llamado por años explotadores aliándose abiertamente a los sindicatos. Esos tontos útiles han desarrollado “conciencia social”, se auto flagelan, quieren ser políticamente correctos, abrazan el globalismo y el progresismo. Igual que los secuestrados que se enamoran de su secuestrador.
En Guatemala, pasa exactamente lo mismo. Vemos muchas empresas (no todas) apoyando partidos de izquierda a pesar de que esos mismos políticos a ellos los tachan de explotadores, invasores, racistas y oligarcas. ¿Será que esos empresarios creen que podrán dominar o manipular a esos políticos? Quienes son los títeres y quienes los titiriteros…
No olvidemos otro factor evidente. Muchos de los empresarios que hoy dirigen esas empresas son graduados de las universidades estadounidenses donde los catedráticos les han hecho una eficiente lobotomía cerebral para que tengan sentimientos de culpa por faltas que no han cometido (la conquista fue hace doscientos años, pero siguen trabados en la misma cantaleta), se sienten culpables por no ser negros o indígenas, se sienten culpables de haber nacido ricos (pero disfrutan de su riqueza igualmente). ¿Suena lógico? #PensarNoduele #PensarNocuesta