En muchos países de América Latina están de moda las motos Vespa, de fabricación italiana. Quienes la compran, la usan o la admiran, muy probablemente no tienen ni idea lo que significa, que hay detrás de ese vehículo.
La historia de Enrico Piaggio es fascinante, como es inspiradora su lucha por fabricar esa moto que hoy día se ha constituido en un símbolo de la ingeniería e ingenio italiano. Pero también de ética, valentía, y lucha frontal contra la corrupción.
Era 1953, y en este 2021, los problemas siguen siendo los mismos, los retos son iguales, los emprendedores existen, y los obstáculos son los mismos, aunque tengan distintos acentos.
Su familia construía aviones antes de la Segunda Guerra Mundial. Su fábrica fue bombardeada hasta dejarla en escombros y los aliados prohibieron a Italia construir aviones, punto. Familias enteras, una ciudad entera, perdieron todo incluyendo muchos familiares que trabajaban en una empresa que empleaba 10 mil trabajadores.
Enrico Piaggio levantó la fábrica de escombros. Luchó contra burócratas y sindicalistas miopes, corruptos y estúpidos que trataban unos de quebrar la fábrica, cerrarla, o robarle a Piaggio su marca, su nombre. Los comunistas habían invadido a los trabajadores que no entendían cómo funciona la cadena productiva. La burocracia, teniendo cómo siempre una visión que llega hasta su nariz, no querían entender lo que una simple Vespa significaba para Italia.
En América Latina hay emprendedores tratando de alzar el vuelo, pero los gobiernos que son iguales al italiano del ejemplo, no ayudan. Lo único que funciona es un pueblo que con frente en alto y claridad, les quite la careta, los desenmascare. No son dioses, son comunes mortales como usted y como yo.
Entre una tramitología burocrática, una corrupción asquerosa, falta cuasi generalizada de visión de país y de progreso, y la discrecionalidad de funcionarios que no entienden nada de nada, hoy cómo en el tiempo de Enrico Piaggio, hay gente en todos nuestros países que usan sus posiciones de poder para corromper, entorpecer, engañar y manipular. Y sin excepción, lo hacen por dinero.
Los que dicen luchar contra la corrupción son los primeros que la promueven. En países como Guatemala, por ejemplo, la izquierda y los políticos de derecha corruptos se esfuerzan por usar la justicia como lawfare (arma política) para perseguir enemigos y rivales y proteger a las alimañas que les son afines y útiles a sus intereses.
Tanto oenegeros como burócratas, sindicalistas o empresarios, que se creen superiores a la Ley, deben ser bajados de sus “pedestales” con la ley en la mano. Y quienes aplican la ley, deben saber que serán juzgados tarde o temprano, porque quienes la aplican tampoco la encarnan, y son tan vulnerables como quienes juzgan.
Enrico Piaggio con inteligencia, astucia y valentía, destapó la corrupción del alcalde, gobernador, ministros, banqueros, etc y sacó adelante su proyecto. No era un marciano, era un hombre íntegro, fuerte y determinado. Que sobre todo, supo elegir quienes lo rodeaban. No se hizo rodear de gente que lo adulase cómo parásitos y sanguijuelas, y que dijeran lo que creían que él quería escuchar.
Un líder es tan grande cómo la gente de la que se hace rodear. Y tan grande como la valentía y determinación que tenga para luchar de frente contra Goliaths corruptos. Ojalá los latinoamericanos aprendamos de ejemplos cómo este.