Lo que ocurre en el Perú es una especie de competencia entre ineptitudes y mediocridades, el teatro del absurdo aplaudido por interés -evidentemente- de una prensa al servicio del dinero público o mejor dicho, servida de fondos administrados desde el Estado, enmascarados en publicidad, auspicios y todo lo que uno se pueda imaginar. No hay otra explicación en nuestra opinión.
El Congreso de la República, por otro lado, es una fuente inagotable de proposiciones populistas, sueños en demagogia, absurdos totales. No se trata de gentes sin preparación, eso jamás. Son distinguidos imbéciles puestos en el sofá del escándalo, nacidos para provocar, doctorados en demolición de instituciones y sobretodo, destructores del bolsillo de los más pobres. Pero engañan de lo lindo.
Hasta el momento, ni una sola Ley impulsada o aprobada por el Congreso ha sido efectiva para el progreso y desarrollo del Perú, ni una.
Pero no se asusten por completo, tenemos otro protagonista de polendas, es decir al Gobierno (Vizcarra & Ministros) que viene cumpliendo el histórico desastre de hundir al país como -nunca- nadie lo ha hecho: Emisión incontrolable e injustificable de Bonos nada soberanos, programas sociales insostenibles e improductivos, recesión, desempleo imparable, inseguridad y delincuencia desbordantes, presupuestos descontrolados, abandono a enfermos y personal de la salud, multiplicación de mentiras y la más gigantesca corrupción que se haya podido observar. Dejó pequeñitos a sus predecesores.
¿Nos lamentamos de nuevo? ¿Esperaremos una Comisión de la Verdad? ¿Los fusilaremos dentro de poco? ¿Reformaremos otra vez la injusticia para hacerla aún más injusta?