Trece jóvenes han fallecido en circunstancias aún por esclarecer, pero los medios de comunicación, el gobierno y sus adoradores ya los han señalado como “delincuentes prontuariados” y muchísimos otros adjetivos que resumen por un lado, el fanatismo, el odio y la manipulación periodística, pero en otro sentido, el de los que están fuera de los personajes citados al inicio de esta reflexión, pero se encuentran molestos y encolerizados, los mencionan como irresponsables e irrespetuosos de la Ley y que por eso han “merecido morir”, eso dicen.
Yo, si estuviera entre los que están molestos y encolerizados al extremo por la inconducta de estos jóvenes que asistieron en horas de restricción ciudadana (toque de queda) y además, de prohibición de reuniones de todo tipo, pensaría seguramente con indignación que merecen ser señalados como irresponsables y culpables de las consecuencias legales de su actitud y menosprecio de las leyes vigentes, pero jamás diría que es correcto su deceso.
Molesto -¡cómo no!- muy molesto por ese irrespeto en plena pandemia, pero también molesto porque no dejo de sorprenderme por la poca consideración que existe entre los medios de comunicación, el gobierno y sus adoradores de estos tiempos, por la Vida de un ser humano que, siendo un imbécil para exponerse así, falleció en una operación policial que nadie, hasta el momento nadie puede decir si se realizó conforme a Ley, también.
Seamos prudentes y no extremistas. La verdad debe esclarecerse y no anticiparse un juicio mediático y una condena con apresuramiento.
Que descansen en Paz y que los peruanos recuperemos la Paz.