De un tiempo a esta parte, como verificando en la varilla del aceite vehicular hasta donde llega el suministro y si se requiere añadir aceite o la suciedad amerita un cambio, se produce un efecto singular en la escena política nacional: tenemos decenas de autodenominados “candidatos a presidente” del Perú.
Si lo vemos en un sentido absolutamente positivo, es interesante que tanta gente se anime a darle soluciones a los problemas del país y a impulsar su progreso y desarrollo. Podríamos decir con emoción ¡Enhorabuena! ¡Los mejores han salido a dar la cara!
Si lo vemos con alguna duda, comenzamos a preocuparnos, porque ni uno solo representa un mensaje nacional de convocatoria, una alternativa popular de gobierno nacional, una propuesta mínima de unión para el país. Podríamos expresar con preocupación: ¡Alerta! ¡Todos no son lo que dicen ser!
Si aumentamos la desconfianza, en razón a nuestras pasadas experiencia electorales, seguimos fregados. Podemos afirmar: ¡Lo mismo de siempre!
Es inútil explicar los antecedentes de cada uno de tantos que se ufanan en ser el nuevo inquilino de Palacio de Gobierno, basta con escucharlos una vez, porque no dan para más.
¿Puede ser que se trate de buenas personas y que su actitud voluntaria los rebalse? ¿Serán tan enérgicos, honestos, transparentes y humildes como dicen serlo, o sólo se trata de fichas que se acomodan en el tablero de la corrupción?
En el Perú hay muchas gentes buenas, haciendo cosas buenas y ejemplares por los demás, pero los medios de comunicación no los resaltan, no publican lo que engrandece a una nación y le da orgullo. Al contrario, se vuelven un ventilador de bajezas y prefieren multiplicar los “candidatos” para asegurar en la confusión un mediocre, servil o incompetente más en el gobierno nacional, o regional, o municipal y ahora, la cereza del pastel, en los ministerios también.
En el Perú no necesitamos “lo mismo de siempre”, es hora de los ciudadanos y no despertamos.
Hasta el momento queridos amigos y no amigos, tenemos en el panorama 32 pretendientes para la gran boda del año 2021 y nace una pregunta: ¿Logrará alguno llegar al altar o se irán corriendo como siempre?