Leo a un despistado que anhelaba ser candidato a presidente del Perú, porque su secretaria y algunos de sus amigos de toda la vida, que habían sido llevados al ministerio donde lo pusieron de favor, le habían convencido que él era el líder que el país necesitaba. Se quedó a kilómetros de la puerta del horno.
Veo a otro más avispado que comenzó a jugar con un partido político en extinción pero con certificado de supervivencia -por ahora-, y parece que luego de la cena en su casa y algunos aditivos más, acordaron “algo” para que él sea el candidato. Pasaron los días y sin decirle nada, lo desembarcó una billetera más generosa. Lo máximo fue que ahora, ni los perros le ladran.
Escucho las palabras sinceras, hasta se podría decir que cargadas de honestidad -no lo sé, es una impresión personal- de un hombre de campo, que ejerció en una región al sur un trabajo razonable para lo que es la administración de un territorio complicado. Gente sencilla a primera vista y hablando con él. Se inscribió en un partido político también… y funcionarios de los desastrosos gobiernos de Humala y Vizcarra aterrizaron sin ticket de embarque, para ir en el mismo vuelo. Ingrata sorpresa o maldad prevista.
Aparece en la pantalla un muchacho que la casualidad lo llevó a ser alcalde de un distrito enredado. En su andar por varias tiendas y por Gamarra, le vendieron la idea de ser de una vez …presidente del Perú. Se las jugó acercándose al poder, como cuando se atrapa la pelota en el arco si viene por lo bajo, de rodillas. Ha recalado en un templo de biblia sin epístolas, sin versículos, bastante cercano al infierno político.
Se suma un agente del recontra espionaje, chato, de sonrisa con dientes de Halloween, experto en fugas y actividades incendiarias cuando lo ampayan con una alternativa conyugal “informal”, a quien se le ha unido una perseguidora de trabajadores ambulantes, que saben lo que es perder sus centavos por los golpes, los decomisos y la pérdida de sus mercaderías jamás devueltas o sino, destrozadas.
Al rato se unen un militar sentenciado por asesinato con otro militar sentenciado por las mujeres y las familias del Perú, a raíz de sus golpes en la vida, entregados con fuerza y desventaja a los que debería proteger. Usuarios de gobiernos, vividores del Estado -nuestros impuestos- claman por ser los próximos elegidos. No se unieron por el Perú, evidentemente.
Va quedando poco tiempo pero la avalancha aún está por comenzar en la cueva de los ineptos, los ignorantes, los que no sirven para nada bueno. Si les duele, no lo siento, es mi opinión, es la verdad que veo y escucho a diario.
Y finalmente, en la vereda opuesta, en el camino de una nación herida siempre en su esperanza, arrastrada siempre al engaño y sometida a lo implacable de la corrupción, quedan pocos nombres, quedan pocos hombres y mujeres que pueden, que deben dar de sí, antes de perderse en el sueño y apabullarse ante la realidad.
De ellos, les contaré mañana…
Ricardo Escudero @primerpedal