Los desesperados no dejan de atacar a Hernando De Soto y Rafael López Aliaga, porque están haciendo una campaña diferente a la que “esperaban” las izquierdas, los mercantilistas, los contrarios a todo, los fanáticos y por supuesto, los medios de comunicación del gobierno (alquilados, en la interpretación popular).
Los desesperados ya retiraron a Cateriano, después de cumplir la misión de entorpecer la presencia de Fernando Cilloniz; ahora, han comenzado a proliferar “planchas quemadas” a gusto de Palacio y las ONG, como si en la multiplicidad de mini partidos que nadie ha visto hacer nada por la defensa de la precaria democracia que nos queda, hubieran opciones de liderazgos. Que chiste es ver en la televisión o escuchar en la radio, que varios Don Nadie quieren ser Don Algo.
Los desesperados se emocionan cuando un rostro “oficial” se adorna de sonrisas y pretende ser popular para ganar el voto ciudadano, o cuando otro caradura no pasa del maquillaje, del botox o de los procesos judiciales que lleva a cuestas. Y también cuando creen que “vende” que una dama se presente compitiendo -supuestamente- contra el que funge de dueño del local comercial.
La política peruana es parte del circo latinoamericano, pero con unas excepciones que están desesperando a los desesperados que se creían “los continuadores” del que gobierna por casualidad.
La política peruana tiene por ahora, dos candidatos hablando, proponiendo, uniendo, diciendo, enseñando. Eso es lo que desespera a los desesperados, lo que divide más a los explosivos odiadores de las izquierdas que se acuchillan legalmente -paradojas, si están contra el sistema- y quieren hacernos creer que lo que pasa afuera, puede venderse aquí, adentro, en el Perú.
Vamos a elegir Presidente, no un renacuajo, no una araña ni un zorrillo.