Ayer y antes de ayer, ocurrieron nuevos y violentos atentados contra la Iglesia Católica en Bolivia, en una esclada que no se cesa y que el gobierno parece no querer investigar y menos, condenar.
La sede episcopal en la capital fue vandalizada en la fachada con graffittis abortistas. En la madrugada del 24 ya había sufrido un ataque con un artefacto explosivo. Fueron identificadas dos mujeres como causantes de ese atentado.
También ayer fue atacada la iglesia de María Auxiliadora, también en La Paz: su fachada fue manchada ampliamente con pintura roja.
“Aquí estamos un grupo de católicos, principalmente señoras mayores, que se reúnen para rezar el Rosario, estábamos defendiendo a la iglesia del ataque de las feministas, hoy casualmente el Día de la No Violencia, ellas han generado violencia contra las mujeres, echando globos de pintura, tirándonos baldes de pintura, y algunos llegaron a lastimar a las personas, además tiraron botellas”, dijo uno de los testigos.
Por todos los hechos similares de los últimos meses, crece la sensación y la evidencia que lo que se está realizando es un ataque sistemático y quirúrgico con la intención de acallar la voz de la Iglesia.
En Bolivia está al rojo vivo el debate sobre el aborto, aupado por el caso de una menor de edad estuprada por su abuelastro, a la que se le hizo abortar. En todo el debate, la Iglesia ha sentado postura de acuerdo a su magisterio, en favor de la vida humana, y esto tiene bastante descontentos a los sectores abortistas.