Si pones una cámara de seguridad para observar lo que ocurre cada día en Latinoamérica, quedarás pasmado cada segundo de filmación porque entre robos, secuestros, agresiones, violencia y corrupción, sale para un sinnúmero de documentales o series que en Netflix no alcanzarían a programarse. Es una galaxia delictiva, llena de agujeros negros.
Vivimos -es una paradoja-, entre el cuchillo y la sangre, sometidos al escándalo de sobrevivir, porque la vida misma ya no es algo de valor, sino un sueño, una ilusión, un quizás que no lo tenemos como un hecho cierto, sino como un prodigio que pocos logran. La verdad es la muerte y la anarquía, el caos y la angustia, sobre eso se funda la vida en cada minuto.
Entonces, ahora más que ayer o mañana, ¿Es sostenible decir que las democracias no funcionan, porque simple y llanamente se las ha destruido en todo sentido y lógica?. No, eso no está relacionado, porque las democracias no son una persona que habla o siente, sino un sistema frágil y débil que los ciudadanos ponen en ejecución o lo destruyen, activan o silencian. En consecuencia, los que se dicen “demócratas” (caviares, comunistas, socialistas, progres, académicos oenegeros, activistas del periodismo y militantes de los extremos de las izquierdas) son los que destruyen la democracia, son los que impiden su vigencia y hasta su existencia; sino miren a Bolivia con Evo Morales y su delfín Luis Arce llevando a la anarquía y colapso económico a su nación,, sino miren a Nicaragua con el sanguinario Daniel Ortega y su no menos criminal pareja delictiva y sentimental encarcelando sacerdotes, sino miren a la triste Cuba, a la destrozada Venezuela con Nicolás Maduro y el cartel que domina todas las estructuras sociales, políticas y económicas bajo el dominio de Cabello, y finalmente, para redondear la idea, miren a Brasil con el Lula resucitado por Odebrecht, algo patético que jamás alguien imaginó…el retorno del delito y su amo y señor.
Los operadores del odio, las izquierdas, no paran de hacer daño y hacer sucumbir sociedades enteras y con ellos, desinflan a las democracias y someten las libertades. ¿Y los ciudadanos se callan?
Boric, Lula, Petro, Castillo, Evo, Ortega, Maduro… ¿No despierta América Latina? No. ¿No se dan cuenta ahora más que nunca que eligen, con fraude o sin fraude, a sus asesinos? No. Eso es lo paradójico y terrible.