En el aeropuerto Jorge Chávez, en el Jockey Plaza y en Lima Plaza Norte hicimos una visita de fin de semana -viernes y sábado-, observando si algunos pretendientes a palacio de gobierno estaban dando sus vueltas para ser más vistos y posiblemente “solicitados” por la gente. Esto lo hicimos a raíz de informaciones de muy buena fuente que nos datearon que un artista cómico de capa caída, un cobarde convicto por asesinato de Policías, un tragicómico encargado del despacho presidencial y un patético congresista que estuvo envuelto en escándalos de acoso sexual, estarían por estos lugares repartiendo sonrisas y tratando ser la palabra “mira, ahí está…”, y entonces, cada uno de ellos, se sentiría como apoyado por las masas que no lo conocen ni lo respaldan. Vaya ilusión y compra de vanidad.
Artista cómico sí, presidente no
En el aeropuerto, repleto de gentes viajando al interior del país, un cómico escandaloso, ahora sin gorra y sin lentes oscuros, con una sonrisa más fingida que de costumbre, mirando a diestra y siniestra, hablando a gritos y acompañado de cuatro señores con aspecto de guardaespaldas (botas del ejército, pantalones color caqui, camisa blanca y casaca negra de cuello redondo) que miraban a todos lados como diciendo “miren a quien cuidamos” daban aspecto de guardianes de una escena de cámara escondida para algún programa de humor barato, donde se agarran a trompadas entre chicas con trajes apretados y minifaldas, junto con alguien que hace de gay escandaloso y otro artista al que le pegan por decir estupideces o ser de origen andino.
En este caso, no era un sketch, pero parecía serlo. Faltaban los enanos y una vedette más voluptuosa para completar la imagen. El cómico, ahora alternando con ser “candidato a presidente” -no es un chiste, así se cree ser-, de un partido que nadie conoce y del cual su dueño es un agresor de mujeres, ingresó a un restaurante y hablando a voz en cuello decía “ojalá que aquí no roben porque si veo un ladrón lo fusilaría”. La gente que lo escuchaba, es decir alguien de por allí, se reía de las idioteces que balbuceaba el futuro presidente (se reían de él, no era que causaba humor). Nadie, nadie le pidió un selfi, un autógrafo, un abrazo, una foto con su hijo, nadie. Triste payasada del cómico que anda cada vez más, de capa y maquillaje caído, sin ideas, sin propuestas, repitiendo como loro en jaula del mercado central, la misma frase que ni con alpiste es entendible.
Un convicto por asesinato a prisión, de presidente no
Si alguien es y debe ser reconocido como cobarde, traidor a su institución y renegado absoluto, es un tal alias “Hello Kity”, que, junto a su hermano y cómplice de andanzas y revueltas, fracasó en dos intentos de insurrección que eran más un acto de publicidad, que una verdadera lucha popular que nadie les ha creído, pero sobre la cual sembraron un camino político sinuoso y tele novelesco, casi un crimen y castigo, pero en la letra de un enfermo y degradado seguramente, en las páginas de algún semanario subvencionado por el narcotráfico quizás.
Las supuestas insurrecciones que no fueron ni rebelión ni motín, fueron gritos y susurros de dos hermanos que se odian más ahora, que antes, al extremo de pedir uno que se fusile al otro. Ambos, cobardes oficiales, entregaron sus armas porque el frío y el cansancio los venció en las alturas de la sierra sur. No pelearon, no fueron soldados, se convirtieron en soplones y cobardes porque solo un cobarde oficial, entrega sus armas sin dar la pelea.
Bueno pues, este pobre diablo, estuvo también en el aeropuerto, con bufanda y lentes oscuros, agachado, cabizbajo, hasta que dos de sus seguidores y carga maletín, de él y de su pareja rubia, le llamaron a viva voz “Antauuuuuro…” y el susodicho se quitó la gorra de lana y los lentes y respondió muy a su nivel “que chucha pasa”, mientras la gente se daba cuenta de quien se trataba y comenzaron a gritarle ¡Asesino! ¡Cobarde! ¡Regresa a prisión!
El atorrante se volvió a envolver en su gorra y lentes y calladito el candidato “rebelde” desapareció, como es su costumbre.
El encargado del despacho presidencial, presidente no
En el Jockey, cerca de una librería, se comía las uñas en un restaurante, alguien a quien nadie saludaba, alguien que fue fugaz inquilino de palacio junto a su pareja varón, al que le puso como asesor o algo así. Alguien que decía ser la decencia de un partido que demostró aversión a la mentada decencia cuando su máximo representante huía de la escena amorosa en un departamento furtivo donde estaba con su amante, para dejarla entre llamas y sollozos a merced de un incendio que no quiso apagar (en los hechos y en los efectos matrimoniales) hasta que fue descubierto.
Tan distinguido personaje e icono de la caviarada local, estaba nervioso porque su último libro no se vende ni a precio de regalo y no lo creía. Entonces, desde el restaurante frente al crisol de los textos impresos, gemía un suspiro constante mirando su tacita de café express, mientras su joven acompañante le apretaba cálidamente el muslo bajo la mesa. Torteros ambos -hablo de postres por si acaso-, entró a la librería y una amable señorita le preguntó “¿busca algún libro en especial?”. El amante compañero del frustrado escritor que fuera encargado del despacho presidencial respondió: “¿tiene el último libro del ex presidente?” (como intentando decir, de él, de mi pareja). La amable señorita les dijo: “Sí, por supuesto, tenemos el del Presidente Fujimori y el del Presidente Alan García. ¿Cuál desean?”
El patético acosador y padre de “los niños”, presidente no
Este caso si es de antología. Se trata de un enfermo de la búsqueda de pantallas y entrevistas, un odiado en su tierra altiplánica, tránsfuga de varios partidos como si no lo hubiera sido, que estaba en Lima Plaza Norte, hablando en voz alta, vestido de danzarín de diablada o saya boliviana, cuál personaje de historietas de comicidad, tratando de llamar la atención de las personas al pararse frente a un cajero y decir “contéstame vecepé”. ¿No lo creen? Es así este mitómano de la política que ahora está sin partido y nadie lo recibe ni lo invita, porque él es el mayor culpable de lo que sucede hoy en el país, ya que este hermano de sangre de la cúpula de Sendero luminoso, grita, brama, aúlla, ladra y escupe lo que sea, por algo de notoriedad.
Epilogo
Así está el show de la fauna política nacional, y estos son solo cuatro casos de cerca de cuarenta. ¿Ya ven adónde vamos?