Robar es un hecho cotidiano en el Perú, pero robar desde el poder a nadie debe sorprenderle y por eso, nadie debe molestarse o hacer escándalo. Ese es el razonamiento de los que gobiernan el país o están a cargo de gobiernos regionales y gobiernos locales, empresas del Estado o han asumido alguna representación en el exterior. Nos están diciendo algo así como: “Si los ladrones, nosotros los que gobernamos, tenemos el ADN peruano del choreo, ¿Merecemos sanción por unos cuantos miles o decenas de miles que hemos recibido fuera de la Ley? Otros robaron millones, nosotros recibimos unos dineros extra por trabajar por el pueblo”, eso nos dicen los choros de temporada y las pirañitas chotanas de la nueva era.
Imaginábamos o nos hacían creer que como llegó un “maestro, campesino y rondero”, la corrupción, el robo desde el poder, la impunidad y todos los crímenes que se señalaban como atentatorios al pueblo, iban a desaparecer, pero en realidad, han aumentado, se han hecho mediante decenas de minicárteles, pequeñas bandas criminales conformadas por gentes asquerosas que no dudan en dañar al más pobre para hacerse de sus esperanzas, ahogándolos, maltratándolos.
Cuentos y mentiras, coimas y extorsiones, chantajes, dinero sucio encima de la mesa, descaradamente. Este es otro gobierno más de la soberbia irracional de la izquierda, revolucionario, comunista de pasos lentos pero inyección letal, acomplejado, de gentes que odian y hacen del odio y el resentimiento un discurso que pretende tapar sus fechorías señalando a otros, de otros tiempos, como diciendo amenazadoramente: “Qué me miras, qué me dices y no miras a los de antes”, cuando en realidad todo aquel que roba es igual de delincuente y merece castigo, así sea por un centavo o por muchos millones.
“Nos van a engrilletar a mi esposa, mi cuñada, mis cuñados, mis hermanos, mis familiares” –dice el presidente de la corrupción familiar-; “nos tienen en la mira por ser campesinos”, insiste el pesetero de las bolsas de dinero colocadas en un inodoro del palacio presidencial. ¿Y qué quería? ¿Aplausos y elogios por sus delitos? ¿Quiere seguir dando lástima de mendicidades con otros ladrones que lo protegen desde México, Chile, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Cuba y la cadena telesur?
Los grilletes no son nada señor casualidad presidencial, los grilletes no van a ser nada miserables ladrones de palacio. La hora tarda, pero está llegando, con un pueblo que despierta lento, pero camina firme, hasta la derrota final del comunismo vestido de rosa, seda y cañazo.
Imagen referencial, hace un año, así comenzaron