La realidad en Cajamarca es desesperante si sacamos el aporte de la minería formal, porque lo que queda es un estancamiento absoluto en el turismo, retroceso en inversiones, aumento de la informalidad, incremento de la pobreza y falta de confianza entre los propios ciudadanos.
No hay líderes para impulsar el progreso y el desarrollo. No tenemos referentes que reciban respaldo popular o que trabajen impulsando gremios que unan los esfuerzos empresariales.
Una región con muchísimos mayores recursos que otras –mineros, forestales, ganaderos, agrícolas, turísticos- fue gravemente herida por el discurso del resentimiento de una izquierda sin argumentos, abiertamente manipuladora y que ha contado siempre con el auspicio y financiamiento de ONGs que no contribuyen con la paz social e inclusive una de ellas, relacionada con aberrantes tratos a niños y mujeres. Pero son de izquierda pues, nadie las toca.
Y los llamados líderes de esas izquierdas extremistas, como Santos y Arana, no quieren a la minería formal, pero bien que han vivido de ella. Santos y Arana juegan al discurso de agitación en dos niveles, uno un poco más extremista y el otro, un poco más pacifista, pero son pólvora del mismo cartucho, cuyo único objetivo es explotar.
Pero eso no es nada frente a la inacción, el abandono, el andar creyendo que se está haciendo algo, cuando nada se hace, como ahora luego de seis meses de un nuevo gobierno regional que busca más pantallas de televisión y prensa amiga en Lima, que trabajar en lo que debe de hacer.
Tener una ideología o posición de izquierda es respetable, es un derecho de los que quieren o creen en ese rumbo. Pero no por ser respetuosos debemos ser tontos y tolerantes al permitir que se amenace la inversión privada o se pretenda establecer una autonomía sobre la legislación nacional.
Cajamarca tiene oportunidades espectaculares en la minería y gracias a ella, en un abanico de posibilidades que generarían en paralelo, de la mano, más puestos de trabajo sostenibles en el tiempo que en cualquier otra región del Perú.
Pero mientras Cajamarca siga pendiente de líderes radicales, extremistas, comunistas e intransigentes o arrodillados al poder del gobierno central, que pretenden ordenar a todos los cajamarquinos que tengan que rechazar lo que a ellos les dé la gana rechazar, estarán perdidos y sin esperanza.
Es necesario enfrentar a los que con odio y violencia detuvieron y aun detienen el avance, el progreso y el desarrollo en Cajamarca y es mucho más necesario trabajar para hacer popular, todo lo que es bueno para el Perú y los peruanos. Un ejemplo, la minería.