La realidad en Cajamarca es desesperante si sacamos el gran aporte de la minería formal, porque lo que queda es un estancamiento absoluto en gestión regional y en atracción de inversiones, mientras aumenta la informalidad, se incrementa la pobreza y falta confianza entre los propios ciudadanos. No hay líderes para impulsar el progreso y el desarrollo. No tenemos referentes que reciban respaldo popular o que trabajen impulsando gremios que unan los esfuerzos empresariales.
Una región con mayores recursos que otras –mineros, forestales, ganaderos, agrícolas, turísticos- fue gravemente herida por el discurso del resentimiento de una agrupación política tradicional sin argumentos, abiertamente manipuladora y que ha contado siempre con el auspicio y financiamiento de aliados desde ONGs que no contribuyen con la paz social.
Así como Santos y Arana no quieren a la minería, pero bien que han vivido de ella, los actuales gobernantes regionales y municipales juegan al discurso de agitación en dos niveles, uno un poco más extremista y el otro, un poco más pacifista, pero son pólvora del mismo cartucho cuyo único objetivo es explotar y hacer problemas, crear conflictos, denigrar lo privado para incrementar lo público, lo estatal, el fracaso y el retroceso.
Tener una ideología o posición de izquierda o de mano escondida en la izquierda es respetable, es un derecho de los que quieren o creen en ese rumbo. Pero no por ser respetuosos debemos ser tontos y tolerantes al permitir que se amenace la inversión privada o se pretenda establecer una “autonomía” sobre la legislación nacional.
Cajamarca tiene oportunidades espectaculares en la minería y gracias a ella, en un abanico de posibilidades que generarían más puestos de trabajo y desarrollo que en cualquier otra región del Perú. Pero mientras Cajamarca siga pendiente de líderes radicales, extremistas, populistas, comunistas e intransigentes que pretenden ordenar a todos los cajamarquinos a rechazar lo que a ellos les dé la gana rechazar, estarán perdidos y sin esperanza.
Es necesario enfrentar a los que con odio y violencia detuvieron el avance que tenía Cajamarca y es mucho más necesario trabajar para hacer popular, todo lo que es bueno para el Perú y los peruanos. Un ejemplo permanente, la minería.