Después del silencio, viene el despertar. Y eso, es lo que ha ocurrido por algún tiempo, luego que en el nefasto gobierno de Vizcarra y sus aliados de la izquierda “acomodada” (los académicos de la PUC y la del Pacífico, junto a sus centros de investigación, oenegés y los burócratas del Estado, que van rotando de cargo en cada gobierno y se hacen de privilegios con el presupuesto público, que van desde comprarse zapatos y ropa, hasta financiarse viajes y reconocimientos bajo membresías que se sufragan con dinero de nuestros impuestos), se hicieron de una ley y varias otras normas “al gusto del cliente” con objetivos deleznables y pervertidos: destruir de una sola vez y para siempre, toda posibilidad y esperanza, en la formación y consolidación de partidos políticos en el Perú. Y lo lograron, lamentablemente.
Sobran los nombres de los “inspiradores hoy escondidos”, sobran los nombres de los “padres negacionistas de su criatura”, sobran los caviares de laboratorio intelectual, diciendo que no tuvieron nada que ver, en el bodrio que ellos mismos dieron a luz, que apadrinaron, beatificaron, auspiciaron, impusieron y propagandizaron en los medios de comunicación que les sirven de bandeja de entrada de sus porquerías y de salida “informativa” en sus publicaciones para manipular la conciencia ciudadana (conciencia que se demoró en despertar y aún no mira la magnitud de la pesadilla que no era tal, sino una tenebrosa realidad).
Los adoradores izquierdistas del caos y la anarquía social, política y económica, ahora se hacen los que no saben ni sabían nada. Escriben en algunas redes sociales pero los ciudadanos los están emplazando y aclarando, para que todos sepamos las mentiras que caracterizan a los piratas de la democracia y la libertad, a los izquierdistas del odio y el resentimiento, a los caviares y progres “del despecho de la intelectualidad” marxista que no se dice ahora marxista, sino otras cosas, otros nombres, otros apodos políticos. Lo cierto frente a todo esto, es que en el Perú, por efecto de las reformas políticas y electorales que se gestaron con Vizcarra y la izquierda, se ha generado un ambiente de promiscuidad cívica, en el cual existen en el papel, hasta ahora, cuarenta y dos partidos políticos reconocidos en el Registro de Organizaciones Políticas (ROP) del Jurado Nacional de Elecciones.
Cada partido – de esos que nadie sabe que existen, ni se conoce dónde funcionan, si tienen locales u oficinas, quiénes son sus líderes, representantes o dirigentes- cada uno de “esos” partidos está habilitado para tener una plancha presidencial, sesenta candidatos al Senado, ciento ochenta a la Cámara de Diputados, veintiséis a las gobernaciones regionales con sus casi doscientos consejeros regionales, cerca de doscientos candidatos para las alcaldías provinciales junto a poco más de dos mil regidores provinciales y como cereza del pastel, algo más de mil novecientos candidatos para las alcaldías distritales junto a diez mil / quince mil regidores distritales. ¿Se dan cuenta del negocio y la estafa política y electoral para destruir al país y a cada una de nuestras familias?
¿Más de medio millón de potenciales candidatos por cada uno de esos partidos? ¿A qué costo? ¿Inversión o pago para ser candidato y recuperar y tener “rentabilidad en el ejercicio de la función de representación ciudadana” por cuatro o cinco años de robos, engaños, corrupción y luego… impunidad? ¿Y si alguien es encontrado responsable de actos delictivos, saben que el Estado les provee abogados a cargo del presupuesto público? ¿Seguiremos pagando por permitir que los ladrones gobiernen y pagaremos para que sigan libres, aún siendo culpables, los izquierdistas corruptos como la convicta alcaldesa de Lima y matrona de la izquierda progre y caviar?
La reforma política y electoral, lo dijimos, lo volvemos a decir, lo seguiremos diciendo, fue, es y será la plataforma más grande del delito en la historia del Perú.
Su origen y creación es obra de las izquierdas del odio, las oenegés caviares que no rinden cuentas de los fondos que las auspician y los perversos medios de comunicación, plagados de operadores y sicarios de una vergonzosa prensa de alquiler.
La gran pregunta entonces es… ¿Frente a este drama en camino, se puede hacer algo? Sí, soluciones radicales. Ya les contaré un poco de eso, en la siguiente columna.