Los graves sucesos ocurridos a lo largo del tiempo contra los ciudadanos y familias peruanas que han dado ejemplar acogida a casi dos millones de venezolanos -en el Perú-, llegaron a un punto de inflexión cuando los jugadores de la selección “bolivariana” de fútbol de la denominada República Bolivariana de Venezuela transgredieron una norma que proteje a los asistentes a los eventos deportivos en el Estadio Nacional, en Lima, y a base de insultos, escupitajos y agresiones físicas trataron de romper el orden que garantiza la Policía Nacional del Perú y los servicos de seguridad del recinto deportivo. Creyeron, los que no respetan las normas de protección ciudadana, que harían lo que hacen por todos lados: delinquir.
No se trata de si unos son buenos o si todos son malos, se trata de la realidad que todos los días somete a muchas naciones a seguir tolerando la violenta criminalidad de los herederos de Hugo Chávez y Simón Bolívar, los mastines de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
Los países soberanos como el Perú, tenemos nuestros problemas y nadie de afuera, absolutamente nadie puede venir a decirnos lo que les plazca, aquí en nuestra casa, en nuestra mesa. No tenemos porqué respetar a los que viven del cuchillo escondido bajo la ropa o la pistola que disparan por la espalda. Este es un país donde con angustias y discrepancias, tenemos Democracia -por frágil que sea- y defendemos nuestras Libertades.
Y por eso, los “nada” patriotas -por no decir los cobardes-, los “boliburgueses chavistas de closet” que se esconden detrás de una computadora en Brickell o en “Doralzuela” en Miami, en Rosales, la Cabrera o Usaquén en Bogotá, quizás desde Salamanca en Madrid, lugares de esa clase de “patriotas” venezolanos que ahora no tienen problemas financieros ¿porqué será no? y viven de lujos y patrocinios, mientras sus compatriotas mueren bajo la espada de un tal Bolívar, que ahora empuña ese tal Maduro, al que quieren sustituirlo ellos, los chavistas de closet, impidiendo una auténtica opción de oposición al socialismo del siglo XXI, esos, no van a cuadrarnos, no tienen nada que enseñarnos, no pueden decirnos lo que quieran.
Por eso los identificamos y les estamos dando paliza, a nuestro estilo.
En las redes sociales se nota rápidamente a los “chavistas de closet, tuiteros repite noticias” que escriben ocasionalmente a favor de algunos políticos de derecha, pero solo lo hacen por oportunistas, tratan de engañar a los lectores y cosechan de esa forma seguidores a los que tratan también de cogerlos de incautos y pedirles unas monedas.
Sin embargo, han caído en desgracia y se les van los auspicios, las monedas y los billetes. Han quedado en evidencia que su lucha es una hipocresía, que sus tuits son la máscara de la “revolución bolivariana” para pasarla del rojo al rosado y un poco más suave aún, porque les da miedo que la Libertad avance imponiéndose a las dictaduras. Y por eso inventan formas de agruparse los traidores, los arrodillados y los opositores ingenuos, con un exagerado “nacionalismo” que pretenden reivindicar, pero que nadie ha tocado en su honor ni cuerpo. A Venezuela, en el Perú, nadie la ha golpeado (no tienen que mentir los chavistas de closet).
Esos enchufados que nacieron con Hugo Chávez en el activismo de tres rostros y ahora creen que nos van a engañar con una repetina “medio condena” a su “papi Maduro”, deben saber que les toca la ruta final, la de la extinción absoluta y ojalá, la prisión perpetua.
Venezolanos sí, solidaridad con ustedes, hermanos.
Criminales, traidores, enchufados y chavistas de closet, no. Cárcel o expulsión a ustedes.
Finalmente, por ahora:
Nos dicen “cholos” y se equivocan. Somos Cholos, con mayúscula, con dignidad, hidalgos y Libres.
Libres, somos Libres, lo que esos que nos atacan no quieren ser, Libres.
¡Viva el Perú carajo!