“El Napoleón de Notting Hill” fue la primera novela importante que escribió Chesterton. Tiene los ingredientes de locura romántica, humor, pasión y alegría propios de su narrativa. Escrita en 1904, la historia transcurre en 1984, en un pequeño barrio de Londres, Notting Hill. Es el mismo año del título de la novela de George Orwell, “1984”. No es una distopía ni una novela de ciencia ficción, es tan solo -y nada menos- una novela de humor y romántico patriotismo.
Auberon Quin es elegido rey de Inglaterra y ordena volver al Fuero de la Ciudades con toda la parafernalia de las viejas costumbres medievales. ¿En serio, en broma? Lo cierto es que salta a la escena Adam Wayne y se lo toma en serio convencido de que “nunca ha habido nada absolutamente igual a Notting Hill en el mundo. Nunca habrá nada como Notting Hill hasta el fin de los tiempos”. Defenderá su pequeña ciudad de las ambiciones de Buck y Barker quienes desean llevar la modernidad pasando su carreta por en medio del pequeño y romántico barrio.
Wayne visita una a una las casas de su pequeña patria. De todas saca alguna lección, pero al llegar al negocio del boticario se llena de un entusiasmo desbordante. Dice: “todas las demás tiendas se encuentran en Notting Hill, pero esta se encuentra en la tierra de Elfos. Mire esos grandes cuencos ardientes de color. Debe ser de ellos que Dios pinta los atardeceres. Es sobrehumano, y lo sobrehumano es todo más extraño cuando es benéfico. Esa es la raíz del temor de Dios. Tengo miedo. Pero debo ser un hombre y entrar”. Colores de las más variadas tonalidades, intensidades al extremo de hacernos sucumbir ante la belleza en su estado natural.
Por su parte Quin es el hombre rebosante de sentido del humor. “Sí, sentido del humor, un fantástico y delicado sentido del humor (…) –afirma el rey- A eso han de entregarse los hombres con el ascetismo de los santos. Harán ejercicios, ejercicios espirituales. Se nos preguntará: ¿Capta el humor de esa baranda de hierro?, o ¿capta el humor de esos maizales?, ¿capta el humor de las estrellas?, ¿capta el humor de las puestas de sol? La de veces que me he reído dormido en una puesta de sol violeta. —Sí, muchas veces —dijo».
Wayne no se inclinaba ante la farsa de la liberalidad moderna, que había reducido la libertad de expresión a hablar de cosas sin importancia y sólo de lo políticamente correcto. “No debemos hablar de religión –le dice a Quin-, porque eso no es liberal, no debemos hablar de pan y queso, porque eso es hablar de compras, no debemos hablar de la muerte, porque eso es deprimente, no debemos hablar sobre el nacimiento, porque eso es indecoroso (…) Algo debe romper esta extraña indiferencia, este extraño egoísmo soñador, esta extraña soledad de millones en una multitud. ¿Por qué no deberíamos ser usted y yo?”. Londres de 1984 es la sociedad de 2020. Contra esta sociedad se levantaron Wayne, el patriota romántico y Quin, el humorista puro.
Wayne, dirigiéndose a Quin -ya abatidos por Buck y Barker en la batalla final- dice: “Cuando llegan días oscuros y funestos, tú y yo somos necesarios, el fanático puro, el satírico puro. Entre los dos hemos remediado un gran mal (…) Somos los dos hemisferios del cerebro de un labrador. La risa y el amor está por todas partes. Las catedrales, construidas en las épocas en que se amaba Dios, están llenas de figuras grotescas y blasfemas. La madre se ríe continuamente del hijo, los amantes se ríen continuamente uno del otro, la mujer se ríe del marido, el amigo se ríe del amigo. Llevamos demasiado tiempo separados.Tienes una alabarda, yo una espada; iniciemos nuestro viaje». Ciertamente, las causas perdidas son las causas de los caballeros, de los que aman y ríen a la par.
Nota de Redacción: publicado originalmente en https://tertuliaabierta.wordpress.com/