Dentro del incierto contexto político, económico y social que atraviesa Chile, sin duda que existen antecedentes que permiten concluir que al menos en cuanto a la pandemia, el Gobierno tiene algunos logros que destacar.
Más que destacable resulta el hecho de ser el segundo país en el mundo que más personas ha vacunado, después de Israel, y en donde se ha garantizado a toda la población las dos dosis (quienes no se han vacunado aún es porque simplemente no han querido).
En cuanto a las ayudas económicas, si bien existe una crítica transversal en cuanto a la oportunidad, es un hecho que Chile junto a Brasil son los países de Latinoamérica que más gasto público han hecho para alivianar la carga económica que ha significado esta pandemia (ambos sobre el 8% del PIB).
Una situación similar también se puede advertir respecto del testeo de casos, que ha permitido controlar un poco más la expansión del virus.
Ante esta realidad conviene preguntar, ¿Por qué razón entonces, y teniendo en consideración que el 80% de la población está vacunada al menos con una dosis y los casos está a la baja desde hace ya casi un mes, no se revisan las restricciones a la libertad que se han impuesto constantemente?
Cabe hacerse la pregunta en cuanto no se limita solo a la gestión de la pandemia, sino que dice mucho sobre la relación con principios e ideas. ¿Hasta qué punto se desconfía de la responsabilidad personal y se deja a la suerte del Estado?
El problema de fondo que existe detrás de las cuarentenas radica en que implica la imposición de una decisión de la autoridad del nivel central, desconociendo a veces la realidad local o la imposibilidad personal para respetarla -además de ya no ser respetadas-, y en desmedro de la esencia que es un gobierno de centroderecha, que es la libertad y responsabilidad personal.
Recuerdo al inicio de la pandemia, haberse hecho un gran esfuerzo en enseñar a la gente sobre el uso de la mascarilla, la distancia social y el lavado de mano, todo lo cual se ha ido dejando de lado, y por sobre ese esfuerzo, se imponen cuarentenas y restricciones a la libertad personal.
El coronavirus estará mucho tiempo entre nosotros, y creo que es necesario aprender a convivir con él. Pero, por cierto, que no existe Gobierno ni Estado capaz de combatir solo contra la pandemia, se requiere del esfuerzo de la sociedad, pero cuando se imponen restricciones, dicho esfuerzo se deja de lado, o simplemente, no se cree en éste.
Por lo mismo, es fundamental para las pymes, para la convivencia de las familias, para la salud mental de las personas, que se vayan dejando sin efecto las medidas restrictivas de libertad, y se apele más a la responsabilidad y el autocuidado de las personas.