Lo que ha ocurrido en Argentina, Honduras, Chile, Bolivia, Perú y ahora Colombia, significa y revela un clarísimo ejemplo del histórico sentimiento suicida en la política a través de los tiempos -no existe otra palabra-, en los pueblos de América Latina, que prefieren siempre transitar por los tres escenarios del mal ciudadano:
- Dejar de ir a votar (así tengas que pagar una multa)
- Emitir un voto irresponsable (por dejadez y apatía)
- Elegir a cualquier imbécil (por odio, venganza o resentimiento)
¿Es posible este escenario en poblaciones que son testigos directos del drama venezolano, de la migración dolorosa de millones de seres humanos que han perdido todo y siguen un lento, terrible, angustiante y empobrecedor peregrinaje por sus fronteras?
¿Es posible que todos estos países, sufrientes en sus historias por la perversión y daño ocasionado por las izquierdas, vuelvan a meterse en el mismo hoyo de la corrupción, dolor, hambre y miseria?
¿Acaso no aprendieron en sus propias páginas, recientes además, que el daño de elegir a presidentes populistas, a ultra izquierdistas y demagogos que venden ilusiones temporales para conducirlos al descalabro progresivo, fue lo que les ocasionó retrasos históricos, divisiones, guerras internas y mayor pobreza?
¿No existe memoria ni recuerdo en las poblaciones que vuelven a pedir que las acuchillen en su dignidad?
Colombia es el nuevo ejemplo, pero muchas de las respuestas del porqué, hay que decirlo, están en la vereda de la alternativa a la que se sometían los electores, luego de revisar las demás opciones.
Seamos siempre claros: los ciudadanos son totalmente ineducados, absolutamente irresponsables y mayoritariamente improvisados. No se enteran de lo que sucede porque no quieren y caen en el juego de la insensatez, beneficiando a los que manipulan los escenarios electorales. No se trata tampoco de decir que todo lo que no es izquierda es bueno, eso no es así porque entonces estaríamos en un juego de perversiones.
En Colombia, un representante de la era más sangrienta de terror y violencia armada contra poblaciones civiles y el Estado, se presentó por insistencia -tercera vez- a la presidencia. Es decir, se construyó un símbolo político a lo largo del tiempo, para moderar el rostro del odio contra la democracia y la libertad. Así, sin plazos ni tiempos predeterminados, hizo un camino donde congregaba elementos de disuasión política y armaba los engranajes de una plataforma política más amplia, pero ahora, alejada de la guerra en sí.
Ese símbolo, llamado Gustavo Petro, hizo su tarea “a lo largo del tiempo” para darle sostenibilidad al mensaje, al rostro y la participación en política de la suma de las dispersiones de las izquierdas. Recuerden siempre: las izquierdas (no existe una, son muchas), se diluyen, se subdividen y van en paralelo hasta que se juntan. Dispersas llegan a todos lados, unidas en cambio, son un solo puño para el golpe frecuente y lo van dando cada cierto tramo, hasta que logran tumbar al adversario o mimetizarse en él.
Dispersión para decir mil barbaridades, no interesa. Acumulación en un puño para promover el grito de combate y la propuesta de recambio (nueva constitución, por ejemplo).
Pero, a pesar que todos lo saben, que todos lo han escuchado y se ha explicado hasta la saciedad, los medios de comunicación se convierten en el aliado de los exterminadores de la democracia y las libertades fundamentales, porque ahora más que antes, son los medios el partido único de la verdad y la omnipotente corrección bajo la cual, nadie puede atreverse a poner en duda su inmaculada expresión en portadas, imágenes o voces (periódicos, televisión, radioemisoras).
Los resultados de la primera vuelta son bastante claros:
- La ultraizquierda con Petro, logró alcanzar su techo del 40% (y dijeron que barría con más del 55%)
- El outsider, Rodolfo Hernández, demostró que los mensajes sinceros de fin de campaña, son ahora la noticia que impulsa el voto final (obtuvo cerca del 30%)
- La derecha, Federico Gutiérrez, se durmió en el miedo al presentarse como “centro derecha” y ceder espacios a sus oponentes (alcanzó el 24%)
- El “centro” sólo llegó al 5% con Sergio Fajardo.
¿Qué quiere Colombia?
- Un mensaje directo, de pocas propuestas y no el “himno del cambio”, algo imposible en Petro por ejemplo, que ya fue Alcalde de Bogotá y se sabe por donde va a caminar o resbalar. Ahora Petro, estancado en el 40% verá complicado subir desde ese techo y más bien, le ha salido un gallo del campo con Rodolfo Hernández, alguien que no titubea como lo hizo a media campaña Fico Gutiérrez.
- Que no le impongan herederos de la política o “descendientes de la casta tradicional”, que no se piense que el gobierno puede “recomendar al mejor”, como fue la imagen de Federico Gutiérrez, que trataba de despojarse de la identidad de Uribe, pero cada vez que lo intentaba, se le veía más uribista o cercano al mismo lenguaje del presidente Duque. En todo caso, ¿Porqué no aceptar una identidad si tanto le unía una “familiaridad” con Uribe y con Duque? ¿O, porqué no deslindar desde el arranque y mostrar una voz y un rostro totalmente diferente?
- Datos ciertos y no discursos de campaña, grito de combate y no flores del campo. ¿Pero habiendo sufrido tanta violencia histórica, demasiados enfrentamientos y páginas de peleas constantes, volver a lo mismo? Sí, en las palabras sí. Los colombianos han sido formados y educados en ambientes hostiles y en medio de acciones radicales. En consecuencia, necesitan no salirse de su guion -de un lado o del otro, cada quien con sus mensajes y matices-, pero claman por líderes fuertes también, en el otro lado del espejo.
- No quiere el “centro”, no existe como opción electoral ahora, ni mañana en Colombia. Son tres las opciones: votar, no votar, mirar de lejos y sufrir de cerca.
¿Qué vendrá ahora?
Para una guerra se necesita dos. En Colombia, las guerras de dos dan resultados, no las de tres o cuatro. Ya están definidos en consecuencia esos dos.
Petro intentará acercarse a los votos del centro como si quisiera solo esa porción para superar a Hernández, pero el riesgo es muy alto. En cambio Hernández tiene todo para permitir que se le acerquen, no necesita llamar a nadie, así que la balanza puede inclinarse en contra de Petro y alzarse a favor del candidato que sembró modernidad siendo el mayor de todos. Hernández hizo una gran campaña por internet, con pocos mensajes y gran despliegue, muy efectivo por cierto. ¿Y quienes son los que más difundieron la campaña de Hernández? Los jóvenes, así que mucho ojo con ese dato que nadie lo menciona.
“Hoy ganó la nación del trabajo. Hoy ganó la nación de la honestidad. Hoy ganó el país que no quiere seguir ni un solo día más, con los mismos y las mismas que nos han llevado a la situación dolorosa en que hoy estamos”, dijo Hernández.
¿Colombia necesita un cambio o un camino fuerte?
No es un cambio entre los mismos de siempre, sino un camino limpio con distintos conductores, para desterrar la herencia del pasado de odio y violencia, y asumir la decisión de adoptar el camino de la razón y la sensatez por una mejor democracia, por una mayor libertad.
El 19 de junio, es la fecha, para Colombia y América Latina, no hay más opción por ahora.