Nuestro país está bajo ataque. Luego del duro golpe de la pandemia, los peruanos luchan día a día por salir adelante. No es nada fácil. El contexto internacional generó serios desafíos por el aumento del precio del petróleo y los alimentos, así como la escasez de fertilizantes. Sin embargo, durante 15 meses, hemos visto un Gobierno que solo muestra absoluta incapacidad y que tiene como modus operandi la corrupción, lo que le impide enfocarse en dictar políticas y tomar acciones para proteger a la población. El propio Gobierno ataca los esfuerzos de todos los peruanos por salir adelante.
Crisis política, copamiento del Estado, destrucción de la tecnocracia y una denuncia constitucional de la Fiscalía contra el presidente por los graves y claros indicios de corrupción. El costo de todo ello es muy alto. Un Estado inoperante, que no solo no resuelve los problemas que aquejan a la población, sino que complica el escenario económico, genera inestabilidad, polarización y conflictividad. El Gobierno solo está enfocado en defenderse de las denuncias de corrupción.
Se ha deteriorado la imagen de nuestro país como destino de inversión. Basta ver el anuncio de Fitch Ratings, que rebajó la perspectiva de calificación crediticia del Perú de estable a negativa, debido al deterioro de la estabilidad política y la ineficacia del gobierno.
La inversión privada está paralizada. No hay ningún nuevo proyecto de inversión relevante en el país. Sin inversión no hay empleo ni oportunidades, y se reducen las posibilidades de crecimiento y de lucha contra la pobreza. A ello se suma un Estado que no funciona y no es capaz de invertir los recursos en obras que permitan brindar mejores servicios públicos a la población. A octubre del 2022, a solo 3 meses para finalizar el año, la ejecución de la inversión pública es de solo un 43%. La carretera, el colegio, el agua y desagüe y el hospital no llegan.
Para los próximos meses, las perspectivas de la economía global no son alentadoras. Sigue la incertidumbre sobre la guerra Rusia-Ucrania; se viene dando una desaceleración de China; crece la inflación mundial y, con ello, se reduce la capacidad adquisitiva de la población; aumentan las tasas de interés; Europa enfrenta grandes desafíos por el abastecimiento de energía, entre otros factores. Se vienen momentos complicados y, claramente, no estamos preparados para afrontarlos.
¿Qué deberíamos hacer? Por un lado, impulsar la inversión privada a través de la mejora de la competitividad y la mejora regulatoria, además de recuperar la confianza y acabar con la crisis política. Ello es clave para impulsar el empleo formal y que así las familias puedan mejorar sus ingresos. Por otro, es necesaria una mayor eficiencia de la inversión pública.
Lamentablemente, ello es muy difícil. Frente al ataque que venimos sufriendo los peruanos por la destrucción institucional, la incapacidad y la crisis política, será muy complicado tener una estrategia eficiente. Los más perjudicados seguirán siendo los más pobres.
Imagen referencial AAHH Manolo Castillo, apoyado por ciudadanos y la Iglesia católica (en ausencia del Estado)