Tras el fracaso del intento de vacar a la Presidente Dina Boluarte queda claro que ella cuenta con una mayoría suficiente de votos en el Congreso que le permitirán -si se lo propone- llegar hasta el 28 de julio del 2026.
Sin embargo para ello deberá empezar a gobernar “en serio” y ello implica entre otras cosas reactivar la economía, combatir con mano firme la delincuencia, enfrentar la emergencia climática paliando con eficiencia sus consecuencias y desactivando “la bomba de tiempo” que significa el sur peruano y en particular Puno.
Para que ello suceda, será necesario un gabinete de “pesos pesados” que reemplace al grisáceo actual que ningún resultado importante muestra tras 4 meses.
Al mismo tiempo, ella misma -Boluarte- tiene que liderar y dejar ese tono lastimero y sobre todo tiene que esclarecer sin dejar duda alguna las graves imputaciones que se vienen tejiendo contra ella. ¿Lo hará o seguirá navegando con “bandera gris”?
Si Boluarte con el apoyo de una mayoría congresal quiere sortear los arrebatos que plantean adelantar el calendario electoral está obligada a decir claramente que hará de cara al 2026. Además de lo dicho, deberá decirnos qué hará en temas como la inversión minera, la lucha contra el crimen organizado, cómo empezar a acortar las brechas de formalidad y qué propuestas de cambios liderará junto con el Congreso y cómo éste se autofumigará. Una presidente débil no puede arrimarse a una institución que “goza” del más de 90% de desaprobación (y no hace nada para mejorar).
El tema no es llegar o no al 2026 sino cómo hacer para que estos casi 40 meses sean la Transición que permita que un nuevo Gobierno reciba un país pacificado, con una economía sólida y con indicadores socioeconómicos mejores a los actuales (empleo,pobreza, brechas de agua y saneamiento -de infraestructura en general-, nutrición, calidad educativa y de salud, entre otros).
¿Boluarte será capaz de gobernar o simplemente querrá calentar el Sillón de Pizarro? Ella tiene la palabra junto con una mayoría congresal “dinista”, la que deberá jugársela de verdad, “comprarse el pleito” y no solamente mirar de costado.
¿Qué esperar? El tiempo lo dirá.