Cuando escuchas las frases “más allá de lo evidente” o “detrás del telón”, estás siendo más peruano que de costumbre porque siempre –lee bien-, siempre hay algo que se nos esconde o no nos lo cuentan, siempre hay algo turbio, conspirativo y “atrasador” en todo lo que sucede. Es nuestra solemne realidad, una mezcla de telenovelas e historias de terror, las mismas que son parte de la nueva historia social del Perú.
Ocurrió y ocurre que mientras millones trabajamos y nos angustiamos por mantener la dignidad financiera, el soporte económico y el presupuesto familiar, no faltan algunos burócratas, ministros, “altos funcionarios”, congresistas y políticos de alquiler a la corrupción, que están descansando mientras les pagamos con nuestros impuestos sus eternos placeres en sus horarios laborales.
Les pagamos, o mejor dicho, nos roban, nos engañan, nos mienten y para eso les pagamos: para robar, engañar y mentir. Y lo aceptamos, lo sabemos, nos sorprende un momento, no nos indigna para echarlos y condenarlos. Así es, así ocurre siempre.
Recuerden un ejemplo: la señora Eufrosina Santa María Rubio se desempeñaba como viceministra de Desarrollo e Infraestructura Agraria y Riego en el gobierno “de lujo” de Pedro Pablo Kuczynski. Estábamos en medio de una Emergencia Nacional por el fenómeno del Niño y ocurrían desastres terribles sobretodo en el norte del país. Pero Doña Eufrosina tenía otras emergencias, otras prioridades en su cansancio burocrático, en un cargo donde estaba recién tres meses (y ella ya consideraba necesario tener vacaciones).
Es decir, mientras ocurrían inundaciones y lluvias imparables, mientras cientos de miles de peruanos, desde los más humildes hasta los más protegidos en sus hogares se encontraban luchando para enfrentar este drama, a la Vice Ministra se le apreciaba tomando el sol en la piscina de un exclusivo lugar, mientras el ministro y otros funcionarios del sector trabajaban atendiendo las emergencias.
Y como ese caso, otros “altos funcionarios” se la pasaban de juerga en juerga cada semana, luciendo el auto del ministerio, coche escolta y varios agentes de seguridad a su alrededor, mientras se iban de pachanga en pachanga con nuestros impuestos, con el dinero de las víctimas. Pero si se les descubría, estos miserables se ofendían porque “estaban cansados de tanto esfuerzo, en un duro sacrifico, dando su cuota al servicio público” y era un atrevimiento de la prensa independiente el denunciar sus innobles acciones.
Pues miren qué casualidad, ¿No?. Un actual congresista y vocero del partido Fuerza Popular, cuya larga militancia en la izquierda radical con el Partido Socialista Revolucionario, con el partido Fuerza Social de la procesada por corrupción Susana Villarán, como candidato a presidente de la República por la Alianza Solidaridad Nacional-Unión por el Perú que manejaban José Luna (el de PODEMOS, aliado actual del gobierno) y Antauro Humala (el desquiciado encarcelado), y que revela una trayectoria ampliamente cuestionada, fue “ampayado por él mismo”, cuando estaba echado en la playa, en ropa de baño, pecho descubierto (igual que Eufrosina), seguramente con sus daiquiris al lado y su laptop, para cumplir con su irresponsable trabajo virtual de engaño a la ciudadanía que le paga un enorme e injusto salario, aunque Usted no lo haya elegido.
Como pueden ver, lo caviar no se quita con el tiempo ni cambiando de camisetas, al contrario, recrudece y es escandaloso.
En horas de trabajo, en plena Sesión de trabajo en el Congreso de la República, el vocero del partido fujimorista Fuerza Popular engañó al país y por eso, merece una severa sanción, muy fuerte, sin contemplaciones, la misma que debe ser solicitada por su Grupo Parlamentario, para dar ejemplo, para poder pedir después, luego de las disculpas ante la ciudadanía, una nueva oportunidad al partido -no a él-, tal vez, quizás.
Por esas cosas tan estúpidas, la ciudadanía no cree en la política y por eso, la protesta no crece ni se consolida como una opción popular, ya que si estos actos de algunos miembros de la oposición son descubiertos o han sido programados para dañar -todo es posible en la traición y la mezquindad-, se ponen al mismo nivel de los que gobiernan.
Reemplazar a ladrones e incapaces, por ociosos y mentirosos no es una solución viable.