El Perú necesita crecer cada año por lo menos 4% para respirar, 5% para tener aire de respaldo en los pulmones, 6% para tomar impulso y más de 7% u 8% para no cansarse ni quedarse en el camino, es decir, para crecer y fortalecerse progresivamente.
El 2016 “crecimos” 3,9% (Humala)
El 2017 “crecimos” 2,5% (Kuczynski)
El 2018 “crecimos” 3,9% (Kuczynski – Vizcarra)
El 2019 “crecimos” 2,2% (Vizcarra) la pobreza era de 20,9%
El 2020 “crecimos” -11,1% (Vizcarra) la pobreza aumentó al 30,2%
El 2021 “crecimos” 12,8% (Sagasti – Castillo) la pobreza multidimensional es 41,7%
La última cifra de supuesto crecimiento “podría” tomarse como un gran paso, pero no es así, porque en realidad es la mezcla de dos factores: el rebote automático y predecible luego de la estrepitosa e irracional caída provocada por la pandemia y por la pésima política económica aplicada por el gobierno de Vizcarra, que causó la muerte de más de doscientos mil peruanos, y por el innegable impulso de la informalidad, esa maravillosa oportunidad que millones han hecho suya frente a un Estado desbordante y gobiernos que reprimen con más impuestos el emprendimiento personal y familiar, algo inconcebible.
Por lógica matemática –si quieren aplicar un simple ejercicio, restamos a 12,8% el menos 11,1% y tenemos que no crecimos nada, frente a la necesidad primaria de crecimiento mínimo del 4%.
¿Pero porqué tenemos que crecer mínimo 4%?
Primero porque la población en edad de trabajar crece en 1.5% al año, cerca de trescientos mil jóvenes salen a buscar trabajo, sumándose a la búsqueda implícita que hacen los que no tienen empleo o lo perdieron.
“No hay que olvidar que, durante el periodo 2005-2019, cerca de 269.000 personas se sumaban cada año a la Población Económicamente Activa (PEA), a la vez que la población ocupada crecía en 272.000 personas, permitiendo reducir la tasa de desempleo de 5,4% en el año 2005 a 3,9% en el 2019” señala el Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima(CCL).
Cada punto porcentual del PBI que crecemos o dejamos de crecer significa o equivale a cien mil puestos de trabajo. Si cada año tenemos que canalizar las oportunidades para que tengan empleo digno 300,000 jóvenes y además, para que se reinserten en un empleo también digno más de un millón de peruanos, el panorama es complicado.
Y veamos también el efecto de “deuda de puestos de trabajo” © como lo define el Instituto del Ahorro: “La suma de la diferencia de puestos de trabajo perdidos, los necesarios, los cubiertos y los no alcanzados cada año, añadiendo los que se vienen arrastrando como faltantes de ocupabilidad plena, en los mismos niveles de ingresos y beneficios que los que tenían antes de perderlos”.
El panorama es así: cada año debemos tener 3 puntos de crecimiento del PBI para los jóvenes que buscan empleo, por lo menos 3 puntos adicionales de crecimiento del PBI para los que no encuentran empleo (adultos, adultos mayores), y por lo menos 1 punto del PBI para los que en el año precedente no lograron una plaza laboral. En resumen, mínimo 7% de crecimiento del PBI cada año.
Un resultado por rebote no es obra de un gobierno, sino un efecto natural. A mayor caída, mayor rebote.
Vean la mano fabulosa de la informalidad: con una caída mayor al -11,1% la informalidad estaba –antes de esa cifra- bordeando el 70%. Con el rebote crece a más del 80% y la pregunta lógica para esos economistas frustrados es… ¿El Estado, el gobierno, impulsaron una mayor informalidad como política pública o más bien, es la respuesta de los emprendedores, de los peruanos que saben que el gobierno nunca los apoya y se las buscan como pueden para sobrevivir, para recuperarse y volver a satisfacer sus necesidades?
¿Qué nos espera este 2022 tan lleno de vacíos?
Lo anunciamos cuando se nombró el primer gabinete y se conoció su composición y perspectiva de manejo ideológico: lo primero será una marcada caída del grado de inversión. No nos creyeron y la agencia Moody’s revisó por primera vez en 20 años la calificación crediticia del Perú, rebajándola de estable a negativa en pocos meses de gobierno del partido comunista Perú “libre” y su coalición de grupos de izquierda y partidos políticos relacionados con procesos de corrupción en la esfera nacional, regional y municipal.
Del mismo modo la agencia Standard & Poor’s modificó la calificación crediticia del Perú en moneda extranjera y en moneda local. Esta rebaja impacta las calificaciones de cinco bancos privados: BCP, Mibanco, Scotiabank Perú, BBVA Perú e Interbank y también recorta la calificación de dos entidades financieras estatales: Cofide y Fondo Mivivienda.
Sumemos otros datos importantes, como el aumento sostenido de los precios de los alimentos, electricidad, agua potable, gas de uso doméstico y vehicular, medicamentos, pasajes y costos de toda la cadena productiva nacional.
Sumemos las paralizaciones, bloqueos y ataques a instalaciones de la minería formal, ocasionando pérdidas acumuladas por más de tres mil millones de dólares a la fecha.
Y podrían preguntarnos: ¿Pero eso que está ocurriendo, esos efectos en tan solo ocho meses, se pudieron conocer antes?
Por supuesto que sí, ya que todos sabíamos la composición ideológica del gobierno entrante, sus formas de presión a las empresas que no se alinean a sus intereses políticos, la violencia constante que imprimen en sus discursos, la inestabilidad que incentivan y el bajísimo nivel profesional de sus cuadros de gobierno. Esa mezcla de mediocridad e ineptitud ha estallado.
¿Con esa descripción, tendremos algún crecimiento el 2022?
A este paso, nuestra proyección de 1% está pasando a 0% y bajando más.
¿Quieren un dato adicional? Pregunten qué significa que los denominados Bonos Soberanos pierdan valor.
“En términos de funcionamiento, y buscando simplificar la explicación, los bonos son muy similares al préstamo que puede hacer un banco comercial a una empresa. Es decir, al igual que un préstamo, quien emite un bono (el que adeuda) debe pagar los intereses y el monto de préstamo (o capital)” explica Marcos Soza, Subgerente de Renta Fija de LarrainVial Estrategia y coincidimos en su acertada afirmación.
¿Comprar un Bono del Estado peruano, es en realidad prestarle dinero al gobierno del Perú?
“Cuando compras un bono del Estado, le estás prestando al gobierno una cantidad de dinero acordada durante un periodo de tiempo fijado. A cambio, el gobierno te pagará un porcentaje de interés fijo en periodos regulares, conocido como cupón. Esto hace de los bonos un activo de renta fija” y además…
“Los bonos del Estado son considerados generalmente inversiones de bajo riesgo, ya que la posibilidad que un gobierno no cumpla con sus pagos de préstamos suele ser baja. Aún así, esto puede pasar y un bono con mayor riesgo asociado normalmente se negociará a un precio más bajo que un bono con menor riesgo y una tasa de interés similar. La manera principal de conocer el riesgo de que un gobierno no pague sus deudas es a través de las calificaciones de las tres mayores agencias de calificación crediticia: Standard and Poor’s, Moody’s y Fitch” como ocurre ahora con la calificación de los Bonos de Perú.
Los denominados Bonos Soberanos los pagan tus hijos y tus nietos, ya que se hacen por plazos generalmente largos de 20 años, 40 años y como en el Perú se hacen muchas cosas para perder, tenemos hasta Bonos para pagar dentro de cien años.
Finalmente, si los Bonos pierden valor, usted pagará esa diferencia ahora, la deuda crecerá más para sus hijos y sus nietos, el país verá más difícil acceder a créditos, las empresas no tendrán crédito como antes (les impondrán mayores tasas de interés, menos tiempo para pagar el préstamo) así la cadena productiva se irá afectando más, mucho más, y las inversiones se recortarán, se perderá confianza y empleos.
Todo ese daño al Perú, lo están haciendo desde el gobierno.