El domingo 23 de enero de 2022, escribía en mi columna lo siguiente: “Desde aquí le exijo al Grupo El Comercio que se deje de odios y rencores, que admita su error y desista de tanta pelea con alguien que no los ha vejado ni hundido en el fango que otros quisieran lograr. Les exijo, porque puedo hacerlo, que respeten y recuerden que con la libertad de expresión, es como mejor se sirve al país”.
Hoy martes 25, me siento halagado y agradecido por las prudentes decisiones que ha tomado el Grupo El Comercio, desistiendo de algo incoherente e imprudente, algo que en verdad significaba contradecir el fin de nobles esfuerzos y luchas en su propia historia, para trasladadas ahora contra un periodista que trabajó incansablemente en la misma redacción que lo sancionaba con odio y rencor, en impropias conductas de los representantes de un Decano de la prensa nacional.
El Comercio no ha retrocedido, ha pensado correctamente y ha escuchado mejor. El Comercio ha recordado que uno de sus más ilustres Directores, Don Alejandro Miró Quesada Garland dijo en alguna ocasión:
“A los periodistas les diré que la vida me ha enseñado que el periodismo honesto y serio da dividendos, que es fácil destruir pero difícil construir. Que la gente ayuda a los periodistas y a los periódicos que representan algo positivo y están al servicio del país. Que no se queden en la cáscara sino que vayan al meollo, que no se dejen deslumbrar por la forma, sino que vayan al fondo y vean la realidad. Que comprendan la importancia que tiene para un país un periodismo honesto, serio y responsable”
Y es justamente cuando se hace un periodismo honesto, serio y responsable, que se piensa y se actúa para construir, se vuelve al camino y se deja lo que ensucia.
El proceso seguido contra Hugo Guerra Arteaga era un contrasentido, carecía de fundamentos de hecho y de derecho. Por eso, nuestra solidaridad Recoletana y Sanmarquina se hizo presente alzando la voz para ser los primeros en exigir el desestimiento que por fin se hizo realidad, para evitar que entre un medio de tanta historia y liderazgo, y muchos periodistas que hacen historia y demuestran liderazgo, siguiera una pelea injustificable.
La mejor justicia –decía mi Padre, periodista también- es la que une a los que siendo iguales, se distancian por nimiedades como si fueran causas de pelea. La mejor justicia -me insistía-, es la enseña que se levanta por dos o más que luchan por igual, en un mismo camino, desde una misma bandera, por una misma victoria.
Anhelo que El Comercio vuelva progresivamente a ser la casa de todos los que defendemos la Libertad y la Democracia, para que “la libertad de prensa, expresión y opinión, sea el árbol frondoso bajo el cual se cobijen las demás libertades”.