Estas semanas nos han atacado fuerte los segmentos y jumentos de la izquierda, como pretendiendo callarnos a insultos, inquietarnos o que nos molestemos, pero no se preocupen “no amigos”, porque no nos molesta, no nos inquieta y no nos calla lo que nos hace sonreír de lástima por ustedes, los de la izquierda.
Es de mención por supuesto, el origen del mal del odio, porque hemos ido señalando más veces que de costumbre, las razones de los defectos, los enredos de los defectuosos y las atrocidades de los que hoy como ayer, componen esa suerte de jaula de arañados, o sea, la izquierda.
Ni una sola propuesta legislativa que garantice estímulos al progreso o al desarrollo, ni una sola idea de gobierno nacional para impulsar al país, ni un solo acuerdo político que señale rumbos y caminos de unidad. Tampoco ocurre algo bueno, desde “la cultura” de las izquierdas, que sirva de modelo en las regiones, provincias o distritos. La limitada capacidad de gestión es elocuente en los desastres financieros y de administración que han demostrado por décadas. Por eso, ya es hora de acabar con la presencia irresponsable, desleal, reprochable e injustificable, de los incapaces para cualquier escala de gobierno.
Ni una sola obra de magnitud, ni una sola escuela rehabilitada, ni un solo hospital digno de servicio a los más pobres, ni una sola carretera segura, ni un solo espacio público para beneficio y goce de los adultos mayores y los niños por ejemplo. Todo es alquiler, beneficios irregulares, contratos oscuros, prebendas y “favores” familiares.
La idea y propuesta de la izquierda irracional es tan improductiva como su razón de estar allí –anidando en el Estado-, donde no deben de ubicarse.
Les hacemos un favor “no amigos”: estudien, lean, edúquense, aprendan a ser solidarios, no renieguen de la Patria que los vio nacer, respeten los símbolos nacionales, amen a sus hijos y a sus padres, fomenten valores y virtudes, tengan principios, aprendan a pensar y luego de todo esto, dejen de decirse algo tan negativo y repulsivo como eso de llamarse “de izquierda”, o sea, la marca del odio.