El régimen de Biden ha demostrado con palabras y acciones su naturaleza totalitaria. Nos robará nuestra libertad si se lo permitimos. No podemos derrotar a un enemigo que no entendemos.
Debatir diferencias políticas habituales facilita la toma de poder del régimen de Biden. La destitución de Kevin McCarthy como presidente de la Cámara de Representantes fue un ejemplo de lo que debemos evitar. McCarthy estaba firmemente comprometido en investigar y exponer la politización del gobierno por parte del régimen de Biden, el elemento clave para derrotar al totalitarismo.
El gasto público es un tema de debate necesario, pero no hay suficiente apoyo en el Congreso —y mucho menos en el Ejecutivo— para hacer algo significativo al respecto. Un cierre del gobierno habría sido otra distracción del totalitarismo de Biden. Aparte de los asuntos inevitables, todos los esfuerzos de la Cámara deben ser para exponer el totalitarismo de Biden como precursor para derrotarlo.
El régimen de Biden está socavando la democracia dentro y fuera del país. En el interior, el uso del gobierno contra sus enemigos políticos debería disgustar incluso a los partidarios del régimen de Biden. Esta espada puede caer sobre cualquiera, incluso sobre el senador Robert Menéndez (D-NJ).
El Departamento de Justicia de Barack Obama acusó a Menéndez pero no lo pudo condenar por sobornos. Ellos lo enjuiciaron por oponerse al acuerdo nuclear con Irán de Obama. El régimen de Biden, todavía manejado por Obama, lo acusaron de nuevo porque Obama es como un gánster de Chicago. Esto explica el modus operandi de los demócratas —incluyendo el voto en bloque— que debería preocupar a los demócratas patrióticos.
Los defensores del régimen de Biden podrían decir que el caso de Menéndez es legítimo. Sin embargo, no pueden escapar del hecho de que si Menéndez fuese uno de ellos, como Hunter Biden, no le hubiesen acusado.
Hay muchos ejemplos de la instrumentalización de Biden: su obsesión con el 6 de enero; apuntar contra los padres preocupados por la propaganda escolar y proteger a los manifestantes a favor del aborto que violan la ley mientras persiguen a los manifestantes pacíficos provida. El patrón es enjuiciar a los enemigos políticos sin evidencia alguna mientras estiran la ley para proteger a sus aliados a pesar de la evidencia.
El régimen de Biden también ha apoyado a totalitarios alrededor del mundo: le regaló $85.000 millones en equipamiento militar a los talibanes; ha acomodado a China en medida de lo posible sin activar la oposición bipartidista; ha financiado a Irán al no hacer cumplir sanciones y ha ayudado a instalar regímenes totalitarios en Perú, Brasil, Chile y Colombia.
El régimen ahora está perpetrando un fraude electoral obvio en Guatemala para instalar a su títere comunista.
Todo esto fortalece a los enemigos de Estados Unidos. Esto presentará desafíos a la próxima administración y al Congreso que esperemos que sea pro Estados Unidos. Si el régimen demócrata falla en robar las elecciones de 2024, debilitarnos ahora facilitará su regreso al poder.
El apoyo de las bases izquierdistas del régimen de Biden a los ataques de Hamás en contra de los israelíes es un resultado de la polarización con fines ulteriores de nuestra sociedad. Todos los seres humanos, sin importar la política, deberían estar asqueados por y rechazar este salvajismo, fanatismo y trastorno psicológico. Esto solo crecerá si no reconocemos y confrontamos al totalitarismo.
Las prioridades establecidas del régimen de Biden —cambio climático e igualdad— son delatores de las políticas anti Estados Unidos y totalitarias. Sus políticas no declaradas pero obvias, incluyendo las fronteras abiertas y políticas de identidad, coinciden con las metas totalitarias de destrucción y transformación.
Por igualdad, el régimen de Biden se refiere a eliminar la desigualdad o lo que llaman injusticia, que para ellos es lo mismo que resultados desiguales. Únicamente podemos aspirar a ser iguales ante la ley. La naturaleza impide la igualdad de resultados. La instrumentalización de la justicia del régimen de Biden, en exhibición completa, muestra que no se suscribe a la igualdad ante la ley. Utiliza la igualdad como una excusa para redistribuir ingresos y favorecer a unos grupos por encima de otros —en otras palabras políticas de identidad—.
Las políticas de identidad son colectivismo, el opuesto de individualismo, que está basado en derechos garantizados por el creador que el gobierno no puede violar excepto mediante el debido proceso. En el colectivismo, el individuo no tiene derechos y el Estado es totalitario: madre, padre y profesor. Aquellos que dicen que los padres no deben poder opinar en la educación de sus hijos son totalitarios.
El ganador del premio Nobel de física en 2022, John Clauser, dice que el CO2 “no es para nada significativo para controlar el clima del planeta” y que es un gas beneficioso. Clauser llama al cambio climático “desinformación muy deshonesta”. Él y más de 1.600 profesionales firmaron la Declaración del Clima Mundial, que asegura que “no hay una emergencia climática”.
El régimen nos polariza al hacer del cambio climático indubitable. Eliminar las disidencias es totalitario. El progreso del ser humano requiere debate y libertad de expresión. El régimen daña nuestra economía y seguridad al hacer del cambio climático una política central para el Departamento de Defensa y otras agencias.
La guerra del régimen de Biden contra los combustibles fósiles nacionales ha disminuido la producción y aumentado los precios, permitiendo que nuestros enemigos —como Irán, Venezuela y Rusia— produzcan más energía. Debido a que nuestra energía es mucho más limpia que la suya, el cambio climático no puede ser la motivación. Esta es la transformación por destrucción.
En casi tres años, posiblemente 10 millones de inmigrantes han entrado ilegalmente al país, incluyendo terroristas y criminales. Ninguna nación puede existir sin fronteras. El régimen de Biden ha mal utilizado el asilo, para el que una pequeña minoría de inmigrantes pueden ser elegibles. Esto solo puede ser deliberado y más transformación mediante destrucción.
El hilo que une a las políticas domésticas y extranjeras del régimen de Biden es la destrucción de nuestro país. Debemos regresar a nuestros principios universales y fundacionales.
Los republicanos de la Cámara de Representantes deben elegir inmediatamente a un presidente de la Cámara que esté enfocado, con el apoyo sólido de todos, en exponer la instrumentalización de nuestro gobierno en casa y en el extranjero. Ha estado haciendo un buen trabajo en casa y ha estado ausente en el extranjero, lo que debe cambiar.