Con motivo de la redada en Yenín del pasado 24 de enero, que se cobró la vida de 9 palestinos, Reuters informaba: “La Yihad Islámica declaró que dos de sus hombres habían muerto en el inusual asalto al campo de refugiados de Yenín, bastión de los militantes. Hamás reivindicó la muerte de cuatro hombres armados y Fatah, el brazo armado del presidente palestino Mahmud Abás, la de otro”. Las otras dos víctimas eran civiles.
De algún modo, y siguiendo la terminología de los distintos liderazgos palestinos dirigida a Occidente, algunos medios en español presentaron esta confrontación entre grupos terroristas y el Ejército israelí como una “masacre”, a la vez que obviaron en sus informaciones lo que esos mismos liderazgos palestinos gritaban en árabe a los cuatro vientos: que la inmensa mayoría eran combatientes palestinos armados hasta los dientes.
Por ejemplo, el ente de radio y televisión estatal RTVE (Radio Televisión Española) titulaba:
Palestina suspende la cooperación en seguridad con Israel tras la “masacre” de nueve palestinos en Yenín
Y El Español lo hacía de la siguiente manera:
La “masacre” de Yenín agita el avispero palestino: EEUU pide calma e Israel pone a su ejército en alerta
Y si ninguna de estas noticias aclaraba que la gran mayoría de los muertos en la redada eran terroristas, El Español sí especificaba que las confrontaciones “dejaron nueve muertos entre los residentes del densificado campo”, y que entre los fallecidos se encontraba “una anciana”. Más allá de que “la anciana” en cuestión tenía 61 años (¿a qué edad se convierte una en “anciana” según El Español?), ¿cómo es posible que este medio sólo tuviera espacio para destacar esa muerte y no las 7 otras reivindicadas por los grupos terroristas? En lugar de eso, hablaba de un vago “muertos entre los residentes”, que transmitía la impresión de que se trataba de civiles.
Inciso aparte sea, quizás, la continuada denominación de “campo” a lo que es una ciudad en toda regla y bajo control de la Autoridad Palestina; calificación que sólo pretende apelar a una idea de precariedad, desplazamiento y desprotección de sus residentes.
El caso es que esta redada, convertida en “masacre” por los medios rendidos al discurso palestino, fue posteriormente utilizada como justificación para el atentado en Jerusalén que se cobró la vida de 7 civiles israelíes que se dirigían a sus rezos de shabat.
En esa línea excusadora destacó especialmente también la estatal agencia Efe, cuya oficina en Jerusalén desplegaba todas sus capacidades para matizar las declaraciones israelíes, a la vez que abrazaba un léxico partidista con el fin de distanciar al lector de las víctimas.
Por ejemplo, en su primera crónica empezaba definiendo el barrio de Neve Yakov, en el que tuvo lugar el ataque contra los judíos, como de un “asentamiento” en “Jerusalén este ocupado”. Aclaremos que Neve Yakov, independientemente de dónde se encuentre, es una zona judía (fue comprada por judíos en los años 20, que después debieron huir por los pogromos de 1929 y la invasión jordana de 1948, y que volvieron en el 67).
Pero Efe prefería poner el foco en la “ocupación” de Jerusalén Este, ignorando por completo todas las complejidades legales existentes y optando así por una terminología política y partidista para situar al lector en un plano crítico con las víctimas. Unas horas después, Efe redoblaría su apuesta con otra crónica, en la que se entregaba a una fiesta de “asentamientos” (2 veces en el artículo), “colonos” (3 veces) y “ocupados” (3 veces), llegando a combinar los tres en una breve frase del principio.
Al hablar del atentado, Efe se hacía eco de la idea y de la palabra “venganza” sin siquiera entrecomillarla ni aclarar que era copyright de las dirigencias palestinas que buscaban justificar lo sucedido. Así, la agencia presentaba un acto terrorista como la represalia por un supuesto crimen similar cometido por los israelíes. Y al no haber especificado en ningún momento que las víctimas de la redada habían sido en su mayoría terroristas, la equivalencia parecía fácil de sostener.
Y si, por lo que fuera ,quedaba algún resquicio de duda en el lector, si la normalización de un atentado terrorista aún se le indigestaba, llegaba el triple salto mortal. Ante el empleo del término terrorista por parte de la policía israelí para definir al atacante de la salida de la sinagoga, Efe matizaba (aquí sí, para la “ocupación” no):
En Israel, el término terrorista suele utilizarse para cualquier agresión cometida por palestinos por motivos nacionalistas, aunque aún no se ha desvelado la identidad del agresor.
“Cualquier agresión”… Hablamos de un hombre que sale a disparar contra civiles indefensos para sembrar el terror reivindicando una causa. ¿Habría escrito Efe que España tilda de terrorismo cualquier agresión cometida por actos nacionalistas tras un atentado de la ETA que se hubiera cobrado la vida de 7 civiles? Probablemente no.
Estos son sólo algunos de los ejemplos más destacables. Hubo más medios, con errores similares. Empezando por la idea de que la redada antiterrorista en Yenín fue el inicio de la nueva ola de violencia (¿cómo puede ser la prevención de ataques terroristas el principio de la violencia?), siguiendo por la ocultación de la identidad de las víctimas palestinas y terminando por el empleo de un léxico partidista. Lamentablemente, en términos generales, la información que llega desde Israel rezuma activismo y carece de rigor.