Tanto el actual, como ex jefes del “monasterio” de las economías y las finanzas peruano han salido a hablar; esta vez, producto del reconocimiento que estamos “en recesión”. Lo hicieron con la misma fanfarria, como cuando publicaron el cuento anual de final conocido de sus presupuestos con déficit fiscal que emitieron. Sin embargo, esta vez se refirieron a sus “remedios caseros” para el reumatismo económico de la recesión.
Para precisar a quienes me refiero son los que no han propuesto medidas para solucionar el gasto de “allegados y vivos”; y que mantienen el discurso hipócrita que dice, “el perfil profesional y técnico desde el MEF es de lo mejor”. Cuando en realidad todos sabemos que el MEF está peor que la “Liga Uno”, no da ni para treinta minutos.
Ya hemos explicado[1] que “la gestión presupuestal del estado, liderada desde el MEF, mantiene una conducta permisiva con la desorganización y la informalidad pública, validando un estado, señorón y ocioso, que no concreta las tareas en los tiempos que las requiere el ciudadano. Dejando además que aprovechados vivan de dineros del pueblo”.
Para muestra basta un botón: el presupuesto por resultados del MEF no incluye metas para eliminar la reclamación popular de aprovechamiento de allegados y vivos de los dineros del pueblo; y la ejecución presupuestal de inversiones a nivel nacional tiene ejecución estructural que no supera el 65%. Por ello sin esfuerzos en pro de mejorar la legitimidad fiscal no se puede pretender tener la autoridad moral para restituir la confianza que esta ligada a toda recesión.
La economía de un país es como un “gran elefante” que cuando pierde velocidad y se detiene (recesión) toma tiempo, incluso más tiempo que el que tomo detenerse, en volver andar y más aún que recupere la velocidad que tenía. Por ello para activar la confianza y expectativas se requiere de medidas estructurales que movilicen las voluntades de este “gran elefante”.
Con esa figura en mente. Puedo decir que el plan de ministro no es el adecuado para reactivar la demanda agregada (C+G+I), en medio de evento mayor en proceso (Fenómeno del Niño y Niño Costero). Durante los próximos seis meses veremos los efectos de ese fenómeno en los componentes de la demanda. No solo me refiero a daños por exceso o falta de agua, sino a caída en la productividad porque el Perú no está acostumbrado a lidiar con la magnitud prevista del evento.
Además, por que el plan se focaliza en gasto e inversión pública. Es decir, es un paliativo dentro de un estado que representa un 20 por ciento de la economía y no tiene complemento estructural que signifique mejora de la productividad de ese propio estado. Por ello los dineros del plan van a serle útil para aquellos que tienen “olfato para los negociados” porque se llevaran la suya, y un poco también los de “olfato para los negocios” por condiciones de oportunidad.
Pero otro dato complementario nos ayudará a confirmar lo afirmado. Al cierre de este año se tiene previsto incumplir la meta fiscal superando el 2.2 por ciento de déficit. A pesar de ese gasto equivalente a US$ 48 mil millones de dólares no se logró impedir que se cayera en recesión, entonces ¿Cómo un plan mucho más pequeño, pero igual en ser “más de lo mismo”, nos va a sacar de la recesión y recuperar crecimiento? No es así.
Los actores económicos no van a seguir al gobierno, porque un “arrejuntado de intereses” que representa el jefe del “monasterio” Alex Contreras no puede producir un programa de fondo que recupere las condiciones que el crecimiento requiere. Por ello es imprescindible el cambio de ministro de economía para que el MEF lidere, junto con otros ministerios, las tareas de una agenda de 24 meses que restituya el crecimiento.
Termino estas líneas, sin dejar pasar la oportunidad de recordar dos componentes esenciales que tiene la receta aprista para el reumatismo económico en el corto plazo. Con ese propósito no puedo dejar de citar a Carlos Manuel Cox y Manuel Seoane Corrales, quienes precisaron dos conceptos útiles y aplicables a la coyuntura.
El primero nos dijo que, “en todos los principios económicos del programa del aprismo se advierte la procura de la elevación sistemática de la productividad del país”[2]; y el segundo que, ante el problema de la carestía de los precios por origen externo “la simple actitud de la queja, de la rabieta, del lloro o del insulto, no resuelve el problema porque los precios no hacen caso […] es necesario con medidas crear una voluntad colectiva que sea capaz de ponerle atajo”[3].
Desde la perspectiva aprista, sin mencionar receta para la gran inversión por el momento, el eje central de la restitución del crecimiento en el corto plazo está, en cinco sectores: seguridad, público, construcción, agricultura y servicios, cuidando de minimizar las consecuencias del fenómeno del niño y niño costero.
Respecto de sectores de “seguridad” y “público” se requiere inmediata mejora en su productividad que permita: 1) garantizar que las transacciones en el mercado no serán apropiadas por la delincuencia y 2) ejecutar las inversiones que garanticen la operatividad del transporte, la disponibilidad de recursos (petróleo, agua y energía), y el acceso a salud y educación básica regular.
Además, durante todo el tiempo del plan, el MEF debe mostrar a la ciudadanía que deja de: a) postergar lo estructural, es decir dejar de mantener hijos de padrastro desconocido como son la inepcia y despilfarro en los gastos, y b) deja de recomendar capacitación y profesionalización de los gobiernos regionales como si no tuviera años haciendo lo mismo. La inmediata elevación de la productividad es con lo que actualmente se tiene.
La receta de fomento en los otros tres sectores mencionados es conocida dado que son para atender la caída en el empleo que implica toda recesión económica. Por ello solo considero que es necesario adecuar la agenda laboral con el fin que facilite la movilidad y rápida contratación de aquellos que lo pierdan. Sin embargo, será la informalidad la que resolverá los resultados de la ecuación total.
Sin embargo, es el fomento de la inversión privada la pieza central de la receta aprista. Pero el fomento aprista, no son viajes de promoción para atraer inversionistas “diciendo cosas que no se hacen”. En el siglo XXI basta con hacer lo que se dice, incluso sin viajar, para reconstituir la confianza. En esa tarea, algunos megaproyectos son útiles para tirar del crecimiento en el corto plazo.
Dentro de esto, considero que la minera juega un rol importante a pesar que para mí no se gana el calificativo de “moderna”, porque es lenta en adecuar su pensamiento en proponer los cambios de aquello que traba sus proyectos sino que buena para lloriquear pidiendo que le faciliten las cosas. Ya mencionamos anteriormente que fijar posición en las ampliaciones mineras y dos proyectos grandes son suficientes para dar las señales iniciales.
[1] https://minutodigital.news/economia-no-debe-hacerse-presupuesto-anual-de-inversiones/
[2] Carlos Manuel Cox (1934) Ideas económicas del Aprismo
[3] Manuel Seoane Corrales (1958) La Carestía no es enfermedad Incurable Serie documentos – La Tribuna