La peor herencia es la incompetencia, el peor recuerdo es el olvido.
Si hacemos un poco de memoria, el programa llamado washi-taxi fue un fracaso absoluto y el gasto en su implementación, un desatino. La soberbia no era un límite, como tampoco lo fue implementar desordenadamente y sin objetivos precisos el programa barrio seguro, que pasó a ser zona insegura donde se puso en práctica.
Igualmente fue poco menos que un desastre el servicio de patrullaje integrado, donde no se tenía liderazgos visibles, ni prioridades en sus desplazamientos, sino una superposición de funciones y responsabilidades. Ni qué decir de esa especie de chapa tu choro a cambio de un billete, cuando se puso las fotos de requisitoriados para que sean delatados por una recompensa. No fue algo que digamos medianamente efectivo.
La cereza de la torta resultó tener mega operativos que desplazaban miles de efectivos policiales y fiscales de turno, para atrapar a unos cuantos pillos que después, volvían a las andanzas. Ningún mega operativo es recordado como un gran acontecimiento policial, ninguno. Fueron pantallazos y avisos en los medios, esos que ahora gritan por no perder publicidad estatal.
Como era de esperarse, las bandas se sub dividieron, aparecieron organizaciones pequeñas pero muy efectivas, especializándose en marcar, seguir, cogotear, vender al menudeo, robar tiendas y servicios en la periferia de las ciudades….ampliar su mercado, mientras los más grandes miraban hacia fuera, exportando más droga y haciendo mejores relaciones con otros cárteles.
Y no sólo eso, el terrorismo, la izquierda comunista, se visibilizó abiertamente, atacando a efectivos de las fuerza armadas en las zonas de ceja de selva y en espacios dejados por el retroceso de las bases militares. Se permitió un camino libre al terrorismo, como si todo fuera un mundo de paz y felicidad.
Hoy la delincuencia sigue imparable y el terrorismo avanza en distintos frentes, mientras el gobierno sólo piensa en el referéndum.