Queda fuera la gente con ideas definidas, con ética, que sí está informada y que tendría la valentía para tomar las decisiones incómodas que sean de beneficio para el país. Así que sigue más de lo mismo.
En inglés hay una frase que dice “if I had a nickle for…” chapinizada sería “si tuviera un peso por cada vez que…” y en el tema de este artículo se completa diciendo “por cada vez que me preguntan por quién votar en las próximas elecciones”.
La realidad es que el cartón de lotería está creciendo. Se me hace que tendremos una boleta del tamaño del Imparcial (quiénes lo recuerdan saben) o del New York Times, para los jóvenes que no saben que tuvimos un periódico enorme que se llamaba El Imparcial. A menos que, quieran gastar más papel y tengamos varias hojas… Lo cierto es que tendremos un cartón de lotería de donde elegir, aunque me temo que una vez más será cantidad, no calidad.
Posicionar una marca y un nombre a nivel nacional en tan poco tiempo requiere grandes cantidades de dinero. Por ahora tienen fondos los partidos financiados por el narco o por el Estado, y los que cuentan con dinero propio del dueño del partido y sus allegados que colaboran. Pero sea como sea, es difícil competir con los financiados con dinero mal habido. Darse a conocer requiere recursos, así que esos nuevos candidatos tendrán un problema dándose a conocer.
Adicional a los eternos candidatos oportunistas, eternos candidatos, a los socialconfusos , a los comunistas, se suman personajes obscuros con pasados de oportunismo en su más pura esencia. Del tipo que le vendería su madre a Iván Velásquez, a Soros, USAID o a la ONU win parpadear. Y no digamos quienes van de la mano del narco – lavador de dinero convicto y asesino, Alfonso Portillo.
La oportunista de izquierda Sandra Torres y la socialdemócrata Zury Ríos son las únicas opciones substantivamente posicionadas a nivel nacional. Les sigue Roberto Arzú, que se cree “derecha”, pero hace propuestas populistas de izquierda y por más carismático y bien intencionado que sea, debiera aterrizar conceptos básicos primero. Ambas con candidatura “en verrmos”, guste o no guste.
Y finalmente, un puñado de algunos bien intencionados, que no tienen chances por las circunstancias actuales, y la falta de recursos. Gente que no acepta dinero mal habido, y que mientras la Corte de Constitucionalidad se rehúse a definir claramente que es financiamiento electoral lícito, tienen probabilidades cero. Si la CC liberara el financiamiento para que sea registrado, transparente y libre, otro gallo nos cantaría en las próximas elecciones.
Y finalmente, el otro gran problema: la substancia.
En cuanto a la calidad de los candidatos, mientras quienes hemos osado entrar al campo político vengamos castigados por los bancos y las instituciones financieras, aun cuando no haya ni siquiera manejados fondos públicos, gente que no quiera ni necesite robar difícilmente entrará en política. El costo es demasiado alto. Queda fuera la gente con ideas definidas, con ética, que sí está informada y que tendría la valentía para tomar las decisiones incómodas que sean de beneficio para el país. Así que sigue más de lo mismo.