El agua hirviendo dentro de una tetera es muy peculiar al aumentar en intensidad su ebullición dentro del recipiente, porque comienza a producir un silbido que se parece al pito del tren cuando anuncia su paso por una zona urbana.
Les cuento esto porque para los grupos de izquierda –o que dicen serlo y se llaman progres, caviares, indefinidos, alquilados o vendidos – esta ebullición es parte de su creciente desesperación por molestar la agenda que debería tenernos a todos unidos: Democracia y Libertad como eje de continuidad hacia el progreso y el desarrollo del Perú.
Pero no es así ni lo será, están acostumbrados los comunistas y sus nuevas vertientes que se presentan con diversos nombres y fachadas, pero al final siguen siendo semilla del mismo fruto, a mostrarse como perjudicados, víctimas y solitarios miembros de una suma llena de pérdidas. Desde izquierda “unida” hasta izquierda “vencida”, son lo mismo, no sirven para nada positivo, generan rechazo porque viven de odio y resentimiento, pero juegan sus cartas con mucha astucia, eso hay que reconocerlo.
Oponerse a todo por ejemplo, o decir que “democracia popular y participativa” es que se acepte las modificaciones que sin ningún sustento o argumento presentan como rechazo a cualquier iniciativa ajena, es una letanía que cansa o divierte según el personaje que levante la voz o la estupidez hecha palabra.
¿Qué hará el nuevo Congreso si –forzadas las elecciones y los resultados vía el fraude asumen el poder estos extremistas- la izquierda radical solicita facultades excepcionales con las que se pide legislar sin ningún control para actuar de inmediato con acciones que restrinjan la economía, el trabajo, las inversiones, los procesos y procedimientos de gestión administración del Estado? ¿Han pensado en eso?
La hora actual exige mayor unidad, más seriedad y menos discurso de violencia o enfrentamiento. Hay que usar lo que los comunistas no tienen: inteligencia, sagacidad, sensatez, tenacidad.
La sociedad no es como el juego de tumbalatas, no se trata de disparar a las ideas con proyectiles del absurdo.
Hay que retar a los de las izquierdas a debates todos los días, porque están ausentes de argumentos, carentes de ideas y propuestas. Hay que desnudarlos ante la opinión pública.
Comencemos pidiendo que muestren soluciones por el bolsillo de las familias, por el pan que falta en la mesa, por el colegio que no conocen millones de niños y muchos otros lo han dejado en el recuerdo, comencemos por las clases presenciales de los universitarios, y el trabajo de los que sí son maestros y no revoltosos buscando dinero.
Quiero escuchar el sonido del agua hirviendo, para preparar un café en el velorio de las ideas de las izquierdas.