Es tan amplio y extenso nuestro mar, que pareciera no caber en la mente de las autoridades la posibilidad de cuidarlo, protegerlo y enriquecerlo con iniciativas ambientales sostenibles en el tiempo. Es increíble que miremos hacia otros lados cuando en el horizonte está el mar y su extraordinaria capacidad de brindarnos inimaginables recursos alimenticios, sanitarios, de investigación y desarrollo. Lo tenemos aquí, tan cerca y lo dejamos allá, tan lejos, en manos de los que lo destruyen y contaminan.
Nuestro mar territorial, también llamado con mucho orgullo “El mar de Grau”, ya no nos pertenece, ahora es propiedad de inmensas flotas depredadoras –especialmente de China-, de piratas y mafias que asaltan a los pescadores y a las embarcaciones de turismo y además, es territorio dominado por los narcotraficantes de cárteles mexicanos y colombianos que emplean sofisticadas formas de transporte de estupefacientes. Todo eso ocurre y es permitido, porque no existe ninguna excusa para mentir diciendo que estamos desarmados frente al delito y la absurda tolerancia de las autoridades peruanas ante la criminalidad que invade nuestro territorio marítimo con impunidad.
Cualquier persona desde su computadora o celular puede ingresar a plataformas libres que permiten observar en tiempo real el movimiento de naves en alta mar, con una precisión y geo localización impactante, pero eso, parece que nuestra Armada no lo sabe o no le permiten saberlo. Pensemos que hay un nivel político o gubernamental de obstrucción superior que se ha impuesto sobre la Marina de Guerra del Perú. ¿Es posible eso? Sí, es factible, pero el silencio, no es aceptable.
Y vayamos un poco más cerca, sobre la costa del Perú, a notar que si se trata de contaminación, hablamos de un drama similar en cuanto a impunidad y corrupción (esas son las barreras que atentan contra la represión del delito), porque del tema REPSOL y Ventanilla ya nadie habla más, ya nadie protesta a diario, ya se vendieron las almas al diablo o ya se repartió la quincena al político, a los medios hipócritas y a las ONG hambrientas de planillas gordas. ¿Porqué callaron todos, menos lo pescadores, menos los directamente perjudicados?
Y si quieren ir más allá aún, en el norte, donde están las plataformas petroleras, donde hay fugas reportadas de petróleo, o en Chimbote, donde la contaminación del mar es escandalosa, o en El Callao, donde se vierten miles de litros de aguas sucias y componentes químicos desde el Río Rímac al océano, o en las desembocaduras de los ríos que traen desechos tóxicos de la minería ilegal que nadie se atreve a sancionar y desterrar…
Estamos matando los océanos, pero sobretodo, entregamos el Mar de Grau a los depredadores chinos, a los narcos, a los piratas y a los que contaminan todo, desde el aire y el agua, hasta la política y la frágil democracia que parece ya la hemos perdido con este gobierno irresponsable y repulsivo que debería ser vacado.