Las horas finales, los minutos fatales ya han llegado y comienzan las letanías, los acomodos, los ajusticiamientos entre los que dicen “te lo dije” y los que estando a tu lado, nunca hicieron nada más que criticar y renegar, antes que ayudar, aportar, marchar y combatir. Pero para sentarse en una mesa a dar cometarios hirientes o burlones, son muy buenos los que ahora y un poco antes, ya se están enchufando con los nuevos inquilinos del poder. Y verás que luego, insistirán en pedirte que defiendas el modelo de libre mercado –si les va mal a ellos, no al país-, insistirán también en que seas el abanderado de los derechos políticos, mientras ellos, seguirán balanceándose de lado a lado, y aunque a ti te fusilen, no les importará.
Ha llegado así, de forma esperada el resultado inesperado. Se ha esfumado en forma inesperada, la tensa espera por una luz en el túnel del olvido de los votos que se cambiaron, pintaron, adornaron o inventaron. Es lo que hay, y duele por el país.
¿Dónde está la Mesa de Unidad partidaria por la Democracia? No existe, nunca la hubo.
¿Dónde están todos los dirigentes de los partidos políticos que enarbolaron la transparencia y la verdad como enseña de su peregrinaje? No se les ve, nunca se les vio.
¿Dónde se encuentran los líderes de algún día, de alguna vez, de algún episodio, que entonaron ardientes el Himno Nacional, “largo tiempo el peruano oprimido”? En alguna playa del caribe, en Miami tal vez, por las Europas de repente.
Hoy se persigue -como antesala ya pactada entre quien se va, habiendo ingresado mal, y quien entra, habiendo traficado bien- los golpes a los obstáculos: prensa, algunos empresarios, diversas voces independientes en alza, algunos políticos que se resisten al “arrodillamiento”…
Y aquí tú y yo siempre, peleando o resistiendo porque #NoTenemosMiedo