El discurso por los más pobres, por los olvidados, por las minorías de todo tipo, por las pequeñas empresas y por las mujeres que luchan por sus hijos, es parte del libreto del engaño constante en los demagogos y populistas de izquierda que solo saben vivir trasmitiendo mentiras disfrazadas y falsas esperanzas que se venden como ilusiones que jamás llegan a convertirse en realidades. ¿Cómo lo hacen? Han perfeccionado el arte de la manipulación de masas utilizando la herramienta de la victimización, con la que condenan a más hambre y miseria a sus propios electores.
Junto a los que esos tontos útiles que les aplaudieron y encumbraron en la cúspide de sus oscuras carreras -en eso que ahora se llama política, eso que siempre ha sido estafa en cada elección-, se encuentran las cadenas que atan la Libertad y que someten a las democracias frágiles de América Latina. Y no aprendemos, y seguimos divididos entre falsos demócratas y auténticas víctimas de nuestras propias indecisiones, apatía, indiferencia y absoluto desinterés por informarnos y participar. Otro sería el sol que nos alumbraría, si tan sólo nos importase un poco lo nuestro, peros seguimos en el balcón, mirando hacia arriba, sin darnos cuenta que abajo está el incendio y pronto nos consumirá.
Cada nación sufre su propia decepción, cada territorio hace de su dolor un trance innecesariamente meritorio y cada ciudadano deja de ser un obrero de la esperanza cuando pierde su condición de activo participante en las opiniones, palabras y decisiones que se deben de tomar para beneficio de todos. Si abandonas –eso es lo que ocurre a diario, cada segundo-, si dejas de ser ciudadano y te hipotecas a falsas promesas, es porque te has rendido al populismo, a ese futuro supuestamente maravilloso que no existe ni existirá en un año, ni en cinco, ni nunca, jamás, si es que piensas que tus votos por las izquierdas son parte de la respuesta que quieres recibir.
Hambre hoy, desnutrición mañana; promesas hoy, desesperación mañana. Vemos los ejemplos, el drama ajeno, la emigración desesperada y no aprendemos que las izquierdas nacieron para enemistar al ciudadano con la democracia tan frágil y enredada que se ha construido y deconstruido a la vez, en cada elección, en cada país, en toda América Latina. Sacrificamos los principios republicanos que hacen a toda nación libre próspera.
Nos preguntan… ¿Y qué hacemos si al otro lado, frente a las izquierdas, tampoco hay algo por escoger, tampoco hay una esperanza fundada en verdades y ejemplos?
Es verdad, es una pregunta válida que tú mismo debes responderte –no pases la pelota si no has tocado aún el balón-, sin embargo, hay que anteponer otra pregunta de más valor: ¿Y tú qué?, ¿Participas, hablas, gritas, protestas, te molestas o eres uno de esos millones de “acepta todo” que sólo consideran que las elecciones son “la única” salida frente a la corrupción, el atraso, la impunidad, el hambre y la miseria?
Te lo decimos claramente, porque si vas a despertar cada cuatro o cinco años para quejarte o mostrar algo de preocupación, estamos fregados.
Si te dijeron que todo sería mejor, pero están saqueando y destruyendo tu patria y les creíste el mensaje publicitario de campaña, eres parte del problema, eres una pieza que hay que limpiar y corregir con urgencia, porque te pueden volver a enamorar los cantos de sirena y tú solito te vas a engullir esa maldición política.
No se trata de derecha ni de izquierda, se trata de visión de país, a corto, mediano y largo plazo, porque el puñado de oportunistas triunfa cuando la mayoría no mira, ni escucha.
Imagen referencial, Foro de Sao Paulo 2012