Seguramente los fanáticos de las izquierdas del odio podrán decir tantas tonterías como les de la gana, gritarán con violencia que tienen argumentos y seguramente los periodistas y comunicadores de la justificación del odio dirán con palabras más o menos enredadas lo mismo que ellos y que tienen razones para esos odios; seguramente artistas escandalosos y resentidos, teatreros, guionistas y escribidores que nadie lee en sus libretos de envidia y egoísmos justificarán sus salarios indignos provenientes de recursos públicos para insultar la Fe y atacar con cualquier caricatura de la verdad a la Iglesia; seguramente los políticos de las desperdigada brigada comunista del gobierno (que nunca se reconoce públicamente con ese nombre, pero lo es, comunista, como Sendero Luminoso) pretenderán convertir la censura en una bandera de seguridad irreal, como cuando el genocida lo hizo y maltrató también nuestra Fe, pero a pesar de todos ellos, deben saber que hoy más que antes, existe en el corazón y el alma de cada peruano un profundo ánimo invencible por el Señor de los Milagros y ese ánimo, esa fortaleza moral y espiritual, es la espada que levantaremos para que el recorrido de nuestra Sagrada Imagen nadie lo detenga y nadie lo interrumpa en su paso, como hace cientos de años lo viene haciendo en los hombros de la Hermandad, en las miradas de millones de hombres, mujeres y niños que juntan sus manos para rezar y cantarle a su paso: “a Ti, venimos con devoción”.
Devoción que no es militancia, devoción que es Fe, esperanza y caridad. Devoción que es también sensatez y tenacidad para abrir paso a la Sagrada Imagen. Devoción que se ejercita con acciones directas y sin miedo.
Lima en especial, no merece tener un Arzobispo cobarde, inclinado al poder y cómplice del poder político, eso hay que decirlo, señalarlo y enfrentarlo, porque bajo ninguna excusa ni acuerdo de intereses particulares -en mi opinión-, un Arzobispo puede confabular contra la propia Iglesia, callando y haciendo callar a los Sacerdotes y laicos que no aceptan una nueva ofensa contra nuestra devoción, tradición y sentimiento Católico.
Si el Arzobispo tiene intereses políticos, económicos o de otra naturaleza escondida con el gobierno, que renuncie y se vaya, que deje la guía del pueblo a quien pueda sostener la figura de Cristo, su Palabra y nuestra Fe.
Y de otra parte, hay que señalar que el silencio del Cardenal también es algo inusual luego de haber impulsado al peor gobierno de la historia en su encumbramiento, luego de haber sido gran protector de otro presidente con una agenda contraria a la vida. Por eso, su silencio de complicidad también merece condena.
Que quede bien claro y sin medias palabras:
Instamos a la Hermandad del Señor de los Milagros y a todos los Sacerdotes y grupos parroquiales, para que constituyan y organicen una fuerza de Católicos por la Fe, que abra el camino hacia la Catedral y la Plaza de Armas de Lima, al paso de la Sagrada Imagen de nuestro Señor de los Milagros.
Nadie puede detener o cambiar el recorrido del Señor de los Milagros.