Vacaciones limitadas, largo tiempo en casa, interacciones virtuales, clases no presenciales… tal será el contexto que acompañe este 2021 a los escolares. ¡Segunda ola, nueva cepa, rebrote, o continuidad de la primera! ¡Fecha del arribo y el proceso de vacunación, inciertos! ¡Las medidas sanitarias gubernamentales añaden desazón! Lo cierto es que el inicio del año lectivo se acerca intemperante.
El actual ministro informó que desde el 15 de marzo hasta el 15 de abril las clases serán virtuales… y en atención a la situación de ese momento se determinará si se continua o no bajo esa modalidad.
En el mencionado anuncio destaco tres aspectos:
- Mantiene la incertidumbre;
- Supone que las escuelas y profesores improvisan su plan de estudios; y,
- No se renuncia a la política de reemplazar, de suplir a las instancias descentralizadas, a las escuelas y a los padres de familia.
El año pasado, el ministro de ese entonces, tuvo una afirmación feliz: “el retorno a clases presenciales será gradual y respetando la autonomía de las instituciones”, obviamente, no quería, ni por asomo, dar licencia alguna para actuar libre e irresponsablemente. Todo lo contrario. Precisamente porque cada centro educativo debía pechar con las consecuencias, tendría que analizar la información suministrada por las autoridades sanitarias, atender las particularidades del propio entorno, escuchar a los padres de familia y a los propios docentes, de manera que, la salud y su cuidado queden a buen recaudo.
Otra ventaja es que alentaba a las instituciones – públicas y privadas – a dar respuestas desde su condición de especialistas en educación.
Este nuevo año encuentra a un número significativo de escuelas con un buen dominio corporativo en el uso de entornos virtuales; la diferencia con el pasado 2020 es de tal magnitud, que hoy están aptos para atender más e integralmente a los alumnos. Esta situación tiene un doble efecto positivo de cara a los padres de familia:
- Recuperar su confianza y
- Darles la certeza de que es la escuela toda ella la que pasa por la pantalla de una tableta, laptop o de un celular.
Así como un restaurante o un supermercado, una vez que obtiene el permiso sanitario para operar, se aplica en brindar un servicio de calidad en orden a su core o especialidad, igual los colegios puedan dar luces y proponer estrategias que permitan cubrir áreas no atendidas en los alumnos el pasado año.
Los padres de familia, los docentes y los alumnos portan consigo la experiencia adquirida – durante un año – en el centro y en la periferia de los entornos virtuales. En esta línea, creo que la enseñanza no será un nuevo desafío. El gran reto proviene de generar espacios, actividades y encuentros para dar curso al desarrollo y aprovechamiento de los periodos sensitivos (evolutivos) en los niños y jóvenes, así como su condición de seres sociales y todo lo que implica.
En este sentido, -ateniéndose estrictamente a la gradualidad y autonomía – para retomar la relación entre pares, la participación, la pertenencia, las expresiones artísticas y deportivas, el compañerismo y el aprendizaje horizontal, etc., se podría pensar en la asistencia solo de un grupo de alumnos de un año de estudios – promedio 60 – una vez cada 15 días al colegio – la sede total sería solo para ese grado – no para que se instruyan sino para relacionarse, hacer deporte, dedicarse a actividades al aire libre… etc.
La distancia social estaría garantizada. La enseñanza estaría garantizada virtualmente. Un beneficio adicional: romper con la rutina de los niños y adolescentes.
La semana previa al día del “encuentro” con sus compañeros, la expectativa y emoción de los alumnos estaría en auge y, la semana siguiente, los buenos recuerdos será materia de conversación entre ellos.
Motivación, ilusión, optimismo, amistad, sentirse acompañados en las mismas vicisitudes… mueven al estudio y son lumbres para momentos de oscuridad.
La pandemia y sus efectos no se pueden desconocer ni trivializar. En esto estamos todos de acuerdo. Sin embargo, en lo cotidiano, en lo concreto, son las escuelas y sus docentes junto con las familias quienes se harán cargo de la educación de los alumnos. Norte claro y confianza es lo que se espera de las autoridades.