Te levantas y las noticias están divididas entre los asesinatos, robos y delitos más violentos que uno se pueda imaginar, con la secuencia innumerable de actos criminales que todos los días nos asombran por su procedencia desde el tablero de la política y finalmente, estas noticias se nutren de un halo medio farandulero y deportivo de nueva etapa, que por lo menos nos dice que los líos de amores por dinero, son mejor leerlos y verlos, comentarlos y discutirlos, que envenenarnos con los actos presidenciales, ministeriales, congresales, regionales o municipales que destrozan al país cada segundo de nuestras vidas.
Que un ministro pida un porcentaje (es decir, una coima por exigencia) por una licitación o por muchos contratos, ya es parte del aire que la burocracia se esmera en respirar. Que otro ministro haga que se incluyan en la planilla de “su” ministerio a la esposa, amante, cuñada, vecina con derechos, al chofer amoroso, guardaespaldas o pareja de viajes, profesor del gimnasio, hijos, yernos, nueras, primos, levante de verano o trampa de invierno en asesorías y consultorías, es algo que sabemos que se va a descubrir en algún momento, pero de allí a la sanción o la prisión, no habrá novela que contar ni historia que redactar.
Que un o una congresista exija un porcentaje del sueldo mensual de un trabajador a su cargo, o del que le hizo el favor de ser contratado en el Congreso (intercambio de favores entre congresistas, por ejemplo), es un requisito “de los tiempos modernos” para escalar en el ranking político donde a más criminalidad y a más delitos, se te hace una persona de poder, admiración y decisión partidaria, con lo que eso significa contra el Perú por supuesto.
Que todo esto ocurra en los gobiernos regionales y cerca de dos mil municipalidades en todo el país, nos demuestra que lo que sabemos es cierto y no necesitamos que los medios de comunicación se peleen en denuncias “militantes”, de competencia “para acabar con tu afín, ya que te metiste con el mío”, porque de eso se trata el rol del “periodismo fangoso”, alquilado a un lado, para destrozar al del otro lado.
En resumen: Es un objetivo delincuencial ser ministro, congresista o tener algún cargo público de contraprestación criminal, para alcanzar la riqueza que el talento no les da.
Imagen referencial: Congresistas investigadas por denuncias de recorte de sueldos a trabajadores