Ya con el primer trimestre del año finalizado, las primeras proyecciones respecto a cómo le irá a nuestra economía en 2023 están saliendo a la luz. Entre estas, recientemente, dos instituciones de renombre han mostrado sus estimaciones: el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Repasemos algunos datos del análisis que han elaborado.
El BCRP, en su último Reporte de Inflación, estimó que el crecimiento del PBI este año sería del 2.6%, un valor ligeramente menor a sus cálculos de diciembre de 2022 (2.9%). Detrás de este menor crecimiento se encuentra el impacto de los conflictos sociales y los desastres naturales, que han golpeado motores de la economía como la minería, el turismo, la agricultura y la pesca. Por su parte, el FMI publicó un reporte correspondiente a una de sus visitas anuales, en el que estima que el PBI crecerá un 2.4% este año, principalmente debido a una demanda externa débil, así como a la incertidumbre que rodea al país y no parece atenuarse en el corto plazo.
En términos de la inversión, tanto el BCRP como el FMI esperan un bajo dinamismo por parte del sector privado (variaciones del -0.5% y el 0%, respectivamente). Los riesgos políticos y el descontento social siguen desalentando el actuar de los empresarios, reacios a realizar grandes inversiones en un contexto poco estable donde pueden ocurrir múltiples eventos que lleven al país a periodos de crisis (protestas, bloqueos, ruptura de las instituciones, etc.).
Por el lado de la inversión pública, si bien ambas fuentes reconocen que no se esperaría un gran rendimiento al ser este el primer año de los Gobiernos subnacionales, sus expectativas sobre otras políticas de gasto son más variadas. Por ejemplo, el impacto positivo del plan Con Punche Perú ayudaría, cuanto menos, a expandir la inversión pública un 1% según el BCRP, sin mucho margen para otras medidas. El FMI, en cambio, asume que habrá mejoras extras gracias a la asistencia técnica que ofrecerá el Gobierno nacional, así como la contratación de profesionales expertos en la gestión de proyectos. El tiempo, seguramente, confirmará el alcance que tendrán estas políticas en su conjunto.
Respecto de la inflación, ambos organismos creen que esta se estabilizará hacia un valor del 3% al cierre de 2023. Los supuestos detrás de esta normalización son una caída en los precios internacionales de los alimentos y la energía (petróleo), el fin de los shocks a la producción agrícola, un menor tipo de cambio y una demanda interna moderada.
¿QUÉ HACER PARA TENER UN MEJOR 2023?
Por supuesto, 2023 no debería ser solo un año para “dejar pasar” los puntos negativos señalados, sino también para encaminar medidas que den un nuevo impulso en el corto y mediano plazo. En ese sentido, la visita del FMI dejó consigo un grupo de recomendaciones que vale la pena resaltar.
En primer lugar, señala que es necesario que el Gobierno respalde la credibilidad de su actuar fiscal hacia el futuro. Específicamente, el FMI encuentra preocupante que existan varios riesgos que pongan en jaque el uso responsable de los recursos del país, como la situación con Petroperú (ver semanarios ComexPerú 1141 y 1120) o las iniciativas de gasto desde el Congreso que suelen ser infundadas e irrealistas. En el actual contexto, los ingresos públicos deben utilizarse de forma eficiente y acorde con las estrategias y reglas fiscales. Desviarlos hacia rutas altamente cuestionables colocaría presiones innecesarias a una consolidación fiscal que recién acaba de atravesar un shock sin precedentes con la pandemia de COVID-19.
Del mismo modo, para el FMI es muy importante progresar con la agenda de reformas estructurales que quedaron “en pausa” producto de la pandemia. Muchas de ellas están directamente relacionadas con mejorar la productividad, el cual es el factor de crecimiento de largo plazo que más necesita desarrollarse. Por tanto, algunas de las medidas que se sugieren son revertir las pérdidas en educación generadas desde 2020, generar incentivos para impulsar la actividad privada y los negocios, reducir las regulaciones que causen incertidumbre, apuntalar la infraestructura, fomentar la transparencia y digitalización del Gobierno, entre otros.
Al respecto, el FMI también ha identificado que, nuevamente, gran parte de los riesgos que podrían perjudicar estas políticas provienen de las mismas autoridades. Por ejemplo, en el mercado laboral, donde las reformas deberían concentrarse en la reducción de la informalidad, se han producido iniciativas contraproducentes, como las restricciones a la tercerización (ver Semanario ComexPerú 1126) o propuestas de cambios en el salario mínimo discrecionales, sin ningún vínculo con la productividad laboral.
Para palear estas incongruencias, el organismo internacional recomienda aprovechar el proceso de adhesión a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) como una oportunidad de dar cohesión y estructura a la elaboración y ejecución de las reformas. De hecho, para el FMI, este hito puede ser usado para fomentar una unión social respecto de la necesidad de estas políticas, al igual que un conceso sobre los beneficios de la estabilidad macroeconómica, el crecimiento continuo y la reducción de la pobreza.
Como se ve, hay mucho trabajo que hacer por delante. Más allá de los números, 2023 puede ser un buen año si desde todos los frentes avanzamos acorde con principios que mejorarán la productividad y competitividad del país.