“Mucho genio, para tanto burro opinando” me dice Juan Torres, 44 años, obrero de una fábrica textil, tres hijos y vecino de San Juan de Lurigancho. “Aporto a la AFP desde hace 20 años que mi Jefe me recomendó. El decía, Juan, es tu plata, es un ahorro para la vejez, y así lo hice”.
Hoy, la empresa ha hecho su tercer despido masivo por la crisis económica y porque las cosas no van nada bien en el país, en el país de los obreros, de los campesinos, de los profesores, de los trabajadores y emprendedores.
Yo entiendo y me preparé, porque una vez vino un señor a explicarnos esto de las pensiones y la jubilación, felizmente vino, me dice Juan. “Están construyendo su futuro para cuando las fuerzas sean menores, cuando los años sean mayores. Aporten siempre, aun sin tener chamba, aporten y cada moneda será una fortaleza. Digan: este dinero es mío, no del Estado, no del gobierno, no es de los políticos”
Por eso, me repite Juan,” yo no le creo al gobierno, ni a los periódicos, ni a los políticos, sino, estaría pensando en las nubes y no en la realidad. Por eso con Ofelia -mi esposa-, juntando, juntando, compramos unas máquinas remalladoras de segunda y Juancito, mi hijo que estudia en SENATI las puso como nuevas. Somos familia chamba, estamos produciendo hace dos años y vendemos en provincias, no es mucho, es un paso, es un salto para progresar”
Pero, ¿Cómo puede crecer Juan si no tiene acceso al crédito ni a capital semilla? ¿Quién le prestaría sin cobrar cinco veces por intereses? ¿Quién le ayudaría con lo que necesita para mejorar su producción y su mercado?
“He estudiado de noche, en casa, por internet. Ofelia también, es nuestra diseñadora. Mis hijas ponen el color, la moda de los tiempos. Somos una empresa pequeña, pero somos algo por nosotros. Somos formalmente informales. Me dicen que para un prestamo necesito demasiados papeles, avales, garantías… ¿de mi casita en un cerro donde tengo que subir el agua muy de madrugada en baldes enormes? Pienso, ¿Y si saco de mis ahorros en la AFP? Sí, sé que son para la jubilación, pero a este ritmo, ¿llegaré a jubilarme? ¿Porqué la AFP no se interesa por mí y otros miles más?”
Así como Juan, ocurre lo mismo en la cabeza de Rafaela, madre de familia de dos hijos universitarios y esposa de Emilio, jefe de ventas de una mediana empresa. A esta familia le falta poco menos de la mitad para terminar de pagar su departamento, por el que pidieron un préstamo hace ocho años.
Sus hijos estudian y trabajan como eventuales -todo pan, aumenta en la mesa-, así que los gastos se atienden con el esfuerzo de todos en casa, aunque a Rafaela le ronda siempre la idea de poder sacar algo de sus Fondos en la AFP, ya que aportó quince años y luego dejó de trabajar porque en su empresa hubo recortes muy fuertes y se dedicó en casa a tejer chompas y bufandas que vende cada invierno a sus amistades.
“Si pudiera sacar el 60% en este momento, pagamos la deuda total y me queda algo para el postgrado de uno de mis hijos, una máquina tejedora y material para producir un poco más ¿porqué no puedo hacerlo? ¿Porqué no me escucha la AFP mi idea?”
Mario Rivera está separado de su esposa después de 25 años. “Cuando el hambre entra por la ventana, el marido sale por la puerta” me dice fumando su cigarro habitual.
Con pausa y mirada al vacío me increpa: “tengo 52 años y más de 300,000 soles en la AFP. Nos sacaron del trabajo a los cincuentones, nos liquidaron y no estábamos preparados para eso. Nadie me daba chamba, hice taxi seis meses, no iba mal, me organicé una zona de trabajo hasta que me robaron el auto. No pagué seguro porque estaba muy caro y no pensé que me ocurriría eso. Vinieron las discusiones en casa, los problemas, falta de dinero, pagos por aquí y deudas por allá. Yo sólo quiero doscientos mil para comprar un carrito y taxear, para hacer en el segundo piso cuatro cuartos con sus baños y alquilarlos; eso me dará 600 soles por cuarto y paz en casa, recuperar a mi esposa, mi familia. ¿Sabes? Con 200,000 de mis ahorros en la AFP mi pensión de jubilación sería entre 1,700 y 1,800 soles. Con los cuartos de alquiler serían 2,400 más los 2,000 que ganaría como taxista. ¿No es prudente lo que pido?”
Estos tres testimonios, son muy emotivos y justos. Veámoslos en su contexto, en cada situación, antes de emitir juicios apresurados.
Por un lado, la realidad es una sola: miles, millones de trabajadores afiliados a las AFP y a la ONP necesitan dinero, urgen de recursos económicos para solventar deudas, pagos impostergables. Esa necesidad no es de ahora, se viene acrecentando hace dos a tres años, por la reducción de la empleabilidad, el menor ritmo de ingresos, el menor nivel de vida que van teniendo muchas familias. Eso, no se puede ocultar. Las clases medias y los emprendedores están golpeados, ya no resisten, pero no les faltan ideas, eso es lo importante, tienen ideas para luchar, pero falta capital para la batalla.
Frente a ello ¿Hizo algo el gobierno actual o el anterior, que es parte del que ahora tenemos? No, el gobierno menospreció la realidad y se hundió en una constante de conflictos políticos y vanidades de poder, antes que cumplir con su misión de gobernar.
Y también, frente a esa evidencia, ¿Las AFP aumentaron -es un decir- la educación previsional, el explicar la importancia de los Fondos de Pensiones, el sentido de pertenencia del ahorro? No, las AFP -casi todas- menospreciaron la realidad y se hundieron en una constante de soberbia y vanidad, antes que cumplir con su responsabilidad gremial y social con los trabajadores afiliados. Gremio sin liderazgo.
Y por supuesto, los políticos y aspirantes al poder comenzaron con mayor fuerza su prédica populista para destruir el ahorro individual, para dinamitar las pensiones de jubilación, para impedir el progreso y desarrollo del Perú.
Y es que es fácil mentir y hacer de la mentira una esperanza temporal como si fuera una solución eterna, para eso se inventaron los políticos, para eso están los empresarios mercantilistas -que no son mayoría, pero hablan como si fueran todos- que no sienten al país como suyo, para eso están los medios que se comprometen con el poder de donde venga, a donde vaya, a cambio de dinero, respondiendo con el alquiler de su miseria.
Y en la otra vereda, ¿esperan esos irresponsables de las AFPs que su chamba se la hagan los que defendemos la propiedad privada, la libertad de empresa y de mercado?
Como que se van quedando solos, mientras se derrumba un pilar previsional que ellos están destruyendo por inacción, por soberbia y vanidad, frente a los populistas que ahora se cubren el rostro, no por el coronavirus, sino por lo que son, pillos, mercenarios, ladrones, políticos del hedor.