Previa a la navidad, la estrella de Belén que significa el Departamento de Eficiencia Gubernamental, DOGE por sus siglas en inglés, demostró de donde proviene su fuerza, y lo más importante, contra qué y quién es. Al respecto, la fotografía utilizada por ellos, en su cuenta @DOGE en X, da a entender lo que indico. Porque se refiere al cambio logrado, por fuerza de la opinión pública, respecto de un acuerdo bipartidista, que buscaba pasar numerosas cosas en una ley ómnibus, presionando contra el tiempo.
Así, en la semana que acaba de terminar, mientras llamó la atención el silencio de la administración saliente del presidente Biden, respecto de una ley que financiaba los últimos días de su gestión. En las redes sociales, el “Dúo DOGE”, conformado por Elon Musk y Vivek Ramaswamy, encendieron la pradera, desencadenaron una batalla de “decires” desde diferentes lados.
No voy a entrar en el juego de la verificación cuanto de lo que dijo uno u otro fue cierto. Porque no es lo importante para decidir de donde proviene la fuerza, y contra qué y quién es; y porque, no vale la pena distraerse en lo ocurrido durante las dos negociaciones dentro del congreso. Dado que, por los resultados es evidente que la intervención disruptiva de un agente como DOGE, fue, sobre el “establishment” bipartidista, producto de la fuerza moral existente en la opinión pública y fuera de los medios de prensa tradicionales.
En concreto, un “house speaker”, en este caso el representante republicano Mike Johnson, 3ero en la línea constitucional de sucesión dentro de los Estados Unidos; y con él, todo el congreso de los Estados Unidos recibió la fuerza, que tiene hoy dentro de la opinión pública, lo que hemos denominado #LegitimidadFiscal. Legitimidad Fiscal entendida como la confianza que gana el estado mediante el apropiado gobierno de la recaudación y del gasto de los tributos. Esto producto de erradicar el despilfarro, la inepcia, la indiferencia, el entreguismo y clientelismo de los dineros del pueblo.
Usualmente, cuando los déficits fiscales han sido altos y recurrentes es porque estas cinco conductas humanas se han instalado durante muchos años dentro de la administración pública, afectando la vida de los ciudadanos. En suma, condicionando la esencia de su libertad. Por lo tanto, la dimensión actual de su fuerza está, en los resultados obtenidos respecto del acuerdo bipartidista para financiar al gobierno. Ojo solo hasta marzo del próximo año. Es decir, por los primeros 60 días del nuevo gobierno del presidente Donald J Trump.
Por lo tanto, lo que hemos observado no es aún “el cambio real”. Solo ha sido una demostración de la fuerza que tiene. Ahora el reto está en si el “Dúo DOGE” y el presidente Trump sabrán utilizar ese poder, para destrabar al “establishment” en beneficio del ciudadano. No olvidemos que, deuda es consecuencia de un déficit fiscal alto y recurrente, pero esconde la disfuncionalidad producto de un estado que tiene la tendencia, en todos sus niveles, al despilfarro, a ser necio, indiferente, entreguista y muy clientelista.
Lo digo porque identifico en la opinión pública que consideran eficiencia gubernamental incluye desterrar el despilfarro, que implica a) cuidar el sobre prodigarse, el distribuir demás, b) erradicar el derroche o el gastar de más, y c) evitar el desperdicio o gastar mal. Los mismo que incluye erradicar la inepcia, implicando por ejemplo a) prevenir el descuido b) fijar prioridades y c) frecuentemente confrontar los sistemas para evitar la necedad.
Pero también, no hay eficiencia gubernamental sin el destierro del entreguismo y del clientelismo del dinero de los contribuyentes. Entreguismo y clientelismo entendido, por ejemplo, en privilegios de unos sobre otros en el pago de los tributos o de los gastos. Porque los sistemas tributarios regresivos castigan a los que menos tienen y los progresivos roban a los que más poseen.
Mientras que, políticas de gasto fiscal expansivo, por ejemplo, no solo son financieramente insostenibles en el tiempo, sino consideradas hasta injustas. Como por ejemplo lo es, exoneración de pago de la deuda estudiantil de trabajadores públicos por 4.28 billones de dólares. Porque el dinero que le cuesta ganar a aquellos trabajadores menos calificados se utiliza para regalárselo a otros. No olvidemos que: “nadie considera injusta la lluvia, si cuando llueve, todos se mojan”. Por ello el DOGE de Trump tiene que mostrar que eficiencia gubernamental es más allá de solo sentido común.